Hace muchos años salí de
casa huyendo del destino que me tenía atado a un sinfín de normas que seguir,
debía ser aquella persona perfecta que todos esperaban que fuera.
Desde pequeño mis padres me decían que
hacer, como vestir, como comportarme, con quien hablar; vigilaban cada movimiento que hacía,
cada paso que daba.
Decían que no debía relacionarme con las
personas hasta que estuviera listo. Pero mi corazón tenía el anhelo de ser
libre, quería saber el sentimiento de hacer lo que deseas en el momento que
quieras. Sin temerle a nada.
Pero no comprendía que yo no era igual que
los demás, que en mi mundo no había tanta libertad, pues yo, era un vampiro.
Un vampiro de Sangre Real, a quienes todos
temen y obedecen. Yo deseaba poder salir y conocer a más personas, quería saber
qué hacía a los humanos tan diferentes a nosotros.
Viví muchos años encerrado entre paredes
que no me dejaban ver más allá, al mundo. Mis únicos amigos eran los sirvientes
de la casa, quienes me trataban de forma especial por el temor que les infundía
mi presencia. Aunque ellos también eran vampiros, el nivel de sangre que tenía
mi familia era más alto que el de ellos, nuestra sangre era mucho más poderosa.
Al pasar el tiempo era más sofocante para
mí el estar encerrado. La asfixiante presión sucumbía mi cuerpo, me hacía
sentir como si estuviese a punto de volverme loco.
Una noche decidí irme de casa, esperando
encontrar algo que sin darme cuenta ya tenía. Tomé mis cosas y mientras todos
reposaban en sus habitaciones salí por la puerta trasera de la casa. No me detuve
a pensar cómo sería la vida fuera de ella, lo único que deseaba era sentirme
libre por primera vez.
Los días comenzaron a pasar, iba por las
calles haciendo mi propia voluntad y al ver que podía obtener la libertad de
hacer lo que quisiera, empecé a salirme de control, era como si hubiera perdido
el poder sobre mi conciencia.
Olvidé todo aquello que mis padres me
habían enseñado una vez. Olvidé la responsabilidad que conlleva el ser
diferente a los demás.
El olor a sangre que emanaba de los
humanos era como una carnada a un pez, irresistible. Simplemente no podía
contener dentro de mí el deseo de probarla.
Derramé sangre de personas inocentes.
Había manchado mis manos de un color que jamás podría borrar. Vivía entre las
sombras, asechando a los humanos y tomando sus vidas como si no fueran nada. Me
convertí en un perfecto asesino, un ser cruel y despiadado. Recorría las calles
de la ciudad buscando a mi próxima víctima.
No me fijaba en edad, en género, en color
o ninguna otra cosa. El monstruo que había crecido dentro de mí lo único que
deseaba era beber aquella sangre enloquecedora.
Cuando era pequeño me preguntaba porque
los vampiros necesitaban de la sangre, en aquel momento no pude responder mi
pregunta y parecía ser solo una pequeña necesidad. Pero ahora perecía tener la
respuesta, sin embargo era la respuesta de un monstruo, ya que pensaba que el
motivo de necesitar la sangre, era porque se sentía bien clavar los colmillos
en el cuerpo de tu víctima y extraer su sangre lentamente y aquella sensación
de satisfacción que recorría mi cuerpo y me hacía sentir más fuerte.
No quería darme cuenta del dolor que estaba
causando a las personas que atacaba, mi insatisfacción por la vida me había
cegado.
Pero
que caprichoso e impredecible es el destino. Un día mientras merodeaba por las
calles me topé con una joven humana muy hermosa, de grandes ojos verdes y
cabello castaño, su mirada brillaba mientras me veía; en ese instante sentí
algo dentro de mí, tal vez me había enamorado de ella. Pero ¿quién era yo para
saber lo que es el amor?
Aunque dentro de mí sentía la necesidad de
probar su sangre, la atracción que sentía por ella me lo impedía.
-Hola- le dije con
una sonrisa en los labios, mientras me acercaba a ella.
-Hola- dijo ella con
una voz tan suave y tan dulce que parecía iba a quebrarme.
-Perdona
que me acerque a ti, así tan de repente, pero me es imposible ignorar tu
belleza. Y ahora que escucho tu voz, me es imposible ignorar tu dulzura.-
Ella sonrió casi sonrojándose, mis
palabras habían causado ese efecto en ella.
-Gracias,
eres muy amable.-me sonrió- Me llamo
Daiana, ¿cuál es tu nombre?-me veía con esos brillantes ojos verdes.
-Me
llamo Killian, y es un placer conocerte.-
Ese momento marcó mi vida. Todo había sucedido tan rápido que ni yo mismo lo entendía.
Desde ahí empezamos
a pasar más tiempo juntos, caminábamos por las calles, en algunas ocasiones la
invitaba a un restaurante que le gustaba y platicábamos de mil cosas. Ella me hacía
tanto reír, empecé a dejar de sentir la necesidad de cazar humanos y la
necesidad de beber sangre fue cesando.
Empecé a formar parte de su vida y ella a
formar parte de la mía. Todas las mañanas la esperaba frente a su casa y la
acompañaba a su trabajo y al terminar el día de igual forma la esperaba y la
iba a dejar hasta la puerta de su hogar.
Deseaba asegurarme que estaría bien, quería
sentirme siempre cerca de ella. Pasar cada momento a su lado. Verla reír, ver
su mirada fija hacía mí. Deseaba más que nada poder convertirla en mi compañera
de vida.
Pero al transcurrir el tiempo me di cuenta
que debía ser sincero con ella, revelarle mi verdadera identidad era lo más
honesto que podía hacer si en verdad la amaba.
Así que un día decidí que era tiempo de
decirle la verdad, decirle quien era yo realmente. No importaba que tan duro
fuera decirle la verdad, confiaba en que ella me perdonaría por mis pecados y
me permitiría quedarme a su lado.
Al salir de su trabajo, un día, fuimos a un hermoso
parque, era casi de noche y solo estábamos nosotros dos.
–
Daiana, espera por favor.- La detuve mientras colocaba mi mano derecha sobre su
hombro. -Debo decirte algo que es muy
importante para mí, hace mucho que he pensado en decírtelo, pero no había
encontrado el momento preciso.-
Su expresión cambió de repente, se tornó
seria y preocupada. -Espero que puedas
entenderlo, sé que tal vez sea difícil y extraño, pero te pido que me escuches y lo intentes, acerca
de quién soy yo en realidad, debo confesarte, no soy la persona que crees, porque
yo soy…-
Las palabras parecían no querer salir de
mi boca "¿qué tan necesario es decirle la verdad?" una pregunta que pasaba por
mi mente cada segundo, sin embargo debía dejar el miedo y las inseguridades
atrás y decírselo.
Mi madre siempre dijo: ninguna relación a
base de mentiras camina tan lejos. Y en verdad tenía razón, ese era justo el
motivo por el que debía decirle a Daiana quien era yo en realidad. –Yo soy... un vampiro. –
En ese momento mi cuerpo se estremeció, pensé
que ella se reiría y que probablemente no lo creería, que pensaría que tal vez
era una pesada broma que le estaba jugando, pero su reacción fue completamente diferente
a lo que esperaba.
Al escuchar mi confesión su mirada hacia mi
cambió, sus ojos se llenaron de lágrimas y tristeza, pero a la vez de odio, se alejó
de mí de golpe –No quiero volver a verte,
nunca más. Aléjate de mí, un monstruo como tu asesinó a mi hermano.- y se
alejó corriendo lo más rápido que podía.
-Daiana, espera…- Podía alcanzarla, pero mis pies no respondían. Sabía
que ella me amaba y no lograba comprender el motivo por el cual me rechazaba de
esa manera.
En ese momento pude sentir como mi corazón
se rompía en pedazos y me di cuenta que la libertad que según yo estaba buscando
no era nada, nada más que una mala decisión. Definitivamente no era lo que yo
había esperado.
Mil preguntas pasaron por mi mente en ese
momento, pero la que más rondaba dentro de mí era si ¿acaso había sido yo el
culpable de la muerte de su hermano?
Había asesinado a tantas personas antes de
conocerla, que no habría forma de saberlo. Mi sed había sido tan grande que me había
hecho adicto a la sangre de los humanos, me había convertido en un animal que
no pensaba lo que hacía. Un monstruo sin conciencia, ni corazón, perdido entre
sus ambiciones desgarradoras.
En aquel momento, me di cuenta que la vida
de ellos era más valiosa que la mía. Quizás, no solo había destruido la vida de
la persona en sí, sino también el corazón de su familia.
Busqué por todos lados, deseaba
encontrarla y enfrentar la cruel realidad, pero mi búsqueda fue en vano. Después
de varios días de buscarla no pude hallarla, era como si hubiese desaparecido
de la tierra, no había ni un solo rastro de ella. Ni en su casa, ni en su
trabajo. Nadie la había vuelto a ver después de ese día. Tal vez ese fue su
propósito, tal vez no quería que la encontrara.
Vagué por las calles luchando contra mí
mismo, mi cuerpo recaía mientras yo intentaba dejar de beber aquella sangre que
tanto me enloquecía.
Empecé a tomar únicamente la sangre de
animales, aunque a veces mi cuerpo me pedía más de lo que podía darle, sin
embargo prefería destruirme a mí mismo que caer en el recuerdo de aquella
triste mirada que me vio con desprecio. Aquel corazón que destruí era como un sello
para mí y sin él me sentía perdido.
Al cabo del tiempo llegué a un lugar
lejano, era una pequeña aldea pero completamente distinta y muy lejos de aquella
extravagante ciudad. Aquel sitio era tan diferente, decidí acercarme un poco a conocer.
Al llegar cerca de la aldea, de entre los
arbustos salió una joven, se quedó mirándome detenidamente y luego de un corto
tiempo me sonrió y me saludo muy amablemente.
-Hola, ¿cómo estás? –hizo una pausa- ¿Estás perdido?- pero yo no me atreví a responderle.
-Si lo estás, puedes acompañarme a mi aldea- dijo mientras la
señalaba.
-Gracias.- No pude decir que no, aunque mi mente me gritaba que no
estaba bien, mi cuerpo no me obedecía. Su mirada era tan cautivadora, tan
dulce, me dio tanta calidez con solo verla.
-Bien,
entonces sígueme.- comenzó a caminar. -¿Cómo
te llamas? Mi nombre es Jury.- su sonrisa era radiante.
-Hola Jury, mi nombre es Killian, te agradezco lo que haces, pero tal
vez no sea buena idea que vaya contigo.-mis pies se detuvieron.
-¿De qué hablas? Estoy segura que a todos en la aldea les encantara tener
a alguien nuevo como tú, somos como una gran familia. Por favor ven con
nosotros.- Tomó mi brazo con su mano y me guió con ella hasta la aldea.
Todos parecían tan amables, me dieron la
bienvenida a su hogar como si fuera un viejo amigo que regresara de un largo
viaje.
Me invitaron a quedarme, ya que pensaron
que no tenía hogar a donde ir y es que en realidad no estaban tan equivocados. Yo
ya no era digno de regresar a aquel lugar al que una vez llamé hogar, seguramente ya nadie
me esperaba.
Decidí quedarme, pensaba que si ayudaba a
las personas en sus tareas diarias de alguna forma redimiría mi pecado.
La joven que conocí en el bosque se
convirtió en una persona especial, ella me acompañaba a todos lados y de igual
forma me permitía acompañarla. Me enseñó toda la clase de tareas y me hizo
sentir parte de esa gran y hermosa familia.
Aprendí a hacer redes de pesca y así mismo
a pescar, a construir casas y muebles de madera, a cocinar, a tejer, aprendí
tantas cosas estando con ella y con los aldeanos.
Al
paso del tiempo me di cuenta que mi corazón estaba siendo cautivado por aquella
hermosa joven.
Sabía que lo que estaba sintiendo no era
correcto, ya que la última vez que mi corazón se enamoró terminó rompiendo en
pedazos el amor de aquella persona y destruyendo lentamente mi alma.
“En ciertas ocasiones vuelve el
recuerdo de aquel desdichado pasado y siento que debo pagar por mis pecados,
que nunca deberé ser perdonado. Si en aquel entonces alguien me hubiese dicho lo
que sucedería al marcharme de mi hogar de la forma en que lo hice, me pregunto
si acaso yo ¿le hubiera creído? ¿Habría hecho las cosas diferentes?, ¿me habría
detenido?, ¿Cuántas almas sacrifiqué por mis tontos caprichos?”
“Un pasado manchado en sangre es un futuro marcado por la oscuridad”.
“No tengo perdón ni derecho a ser feliz, y es agobiante
darme cuenta que aunque sé que no tengo éste derecho aun así lucho contra mí
mismo para encontrar el amor y brindarle a mi alma un poco de paz. Buscó algo que
cese esta desesperación dentro de mí. Espero que el cielo se apiade de mi
alma.”
Antes de decirle a ella lo que estaba
sintiendo debía confesarle quien era yo realmente, pero me daba miedo pensar
que podía decir ella, si reaccionaría igual que aquel viejo amor.
No quería sentir el dolor de perder a
alguien así nuevamente. Así que decidí callar un poco más y seguir viviendo a
su lado como hasta entonces lo había hecho.
Un día, la gente de la aldea parecía algo
asustada, iban de un lado a otro y susurraban cosas entre ellos, el ambiente se
sentía un poco tenso, así que decidí preguntar el motivo de su preocupación, me
dijeron que era porque habían escuchado que se acercaba un grupo de vampiros
hacia la aldea, que los rumores decían que estos iban de aldea en aldea por todos
los alrededores de la ciudad, asesinando a sus habitantes.
Cuando me dijeron ésto me preocupé, ya que
yo era un vampiro entre humanos que se alistaban para destruir a otros vampiros.
¿Qué era lo que debía hacer?, no sabía si
debía huir, quedarme y pelear con ellos o defender a los vampiros que venían.
Pero los recuerdos invadieron mi mente
nuevamente y comprendí que no debía permitir que un vampiro dañara a
personas inocentes. Tal vez yo estaba ahí por esa razón. Decidí quedarme y luchar junto a los aldeanos, aunque eso
significara revelar mi verdadera identidad.
Pero luchar no fue necesario, cuando los
vampiros llegaron una batalla estaba a punto de iniciarse, pero al ellos
percatarse de mi presencia se fueron de inmediato.
Por supuesto los aldeanos estaban felices que
los vampiros se habían retirado sin siquiera intentar atacar, al parecer
ninguno se preguntaba el motivo por el cuál se habían ido.
Llegada la tarde salí un rato a caminar,
quería despejar un poco mi mente, ya que adentro todos celebraban y hablaban de
la batalla que no se realizó.
Detrás de mí salió Jury, dirigiéndose
hacia mí – ¿Te encuentras bien Killian? –
me detuve al oír su voz.
Me di cuenta que ese era el momento
perfecto para decirle la verdad acerca de mí –sí, estoy bien- la tomé de la mano y nos alejamos un poco de la
aldea.
-Jury, es importante que hablemos. Tengo algo que contarte acerca de mí
que hasta ahora lo había mantenido en secreto.- mi corazón palpitaba
fuertemente mientras ella me veía fijamente a los ojos.
-Realmente
no sé cómo decirte esto y me asusta aún más no saber cómo reaccionarás, pero
este secreto no puedo guardarlo por más tiempo. Los aldeanos y tú han sido muy
amables conmigo y me han acogido en su aldea, me han hecho sentir como si este
fuera mi verdadero hogar. Se han convertido en una gran familia para mí.
Es por eso Jury y porque tú especialmente
eres muy importante para mí, que debo decirte esto: yo no soy una persona normal cómo tú o ellos, vengo de una familia muy diferente a la tuya. Con diferentes
costumbres y cualidades.
La verdad, es que soy…-mi voz parecía
quebrarse con cada palabra- soy un
vampiro. –sentí como si la presión en mi pecho por fin se hubiera liberado-
Pero quiero que sepas que no es mi
intención hacerles daño ni a ti, ni a las personas que habitan en esta aldea.-
Ella me vio fijamente por un instante y
luego sonrió –“Yo, ya lo sabía. Lo que tú
eres. Lo supe desde el primer momento que te vi, aunque no estaba segura
realmente hasta ésta mañana, pude notar que cuando esos vampiros te vieron
desistieron de pelear o de tan siquiera intentar hacer algo, así que supongo
que has de ser un vampiro de rango muy importante para ellos. Sin embargo, me
deja con intriga el saber ¿por qué estás tan lejos de tu verdadero hogar? y
¿por qué decidiste protegernos a nosotros y no a ellos? –
Las preguntas que me hizo eran realmente
acertadas y sabía que al guardar esta mentira durante tanto tiempo, al menos le
debía el ser honesto con ella. Pero mi pasado es realmente un oscuro pasado y
no sabía si ella podría entenderlo. Aun así, dentro de mí sentía que lo
correcto era decirle la verdad, sin importar lo que sucediera.
-Jury,
sé que te debo una respuesta. Pero mi pasado ha sido manchado de oscuridad y yo
he sido el único culpable de eso. Entenderé
si al escucharlo deseas que me vaya y no quieres volver a verme.
Hace 5 años huí de casa ya que no me
sentía feliz. Sentía que mis padres deseaban controlar mi vida, controlar cada
movimiento y cada decisión que tomaba. Un día me cansé de eso y simplemente me
fui.
Pero lo cierto es que me descontrolé,
al convivir con los humanos y oler su
sangre no pude contener mi sed de vampiro. Era la primera vez que estaba tan
cerca de ellos y empecé a atacarlos para poder tomarla, me llevé algunas vidas
conmigo.
Luego de una trágica historia de amor, me
di cuenta que nada de lo que había hecho estaba bien, por eso decidí alejarme y
buscar un lugar para empezar de nuevo.
Y Jury, tú eres la razón más importante
por la que jamás permitiría que alguien le hiciera daño a ésta aldea.-
Esta confesión sin duda asustaría y
alejaría a cualquiera, como en aquella ocasión.
-Te sonará extraño pero, está bien, lo entiendo. Lo que hiciste no es
correcto, sin embargo veo que estás realmente arrepentido. Yo no voy a
juzgarte, voy a creer en tus palabras cuando me dices que no quieres lastimar a
nadie más. Así que si lo deseas, puedes quedarte en la aldea, con nosotros...
conmigo.-
Sus palabras eran
reconfortantes, mi corazón y mi cuerpo entero se sentían menos pesados.-Sin embargo, los aldeanos tienen derecho a saber esta verdad, tarde o temprano
deberás decírselas.- dijo con una voz suave y calmada.
-Lo sé, y lo entiendo.- Le dije soltando un suspiro – Gracias Jury, por entenderlo y permitirme
quedarme, ustedes son importantes para mí.- le dije tomando su mano entre
las mías.
Si deseaba quedarme en ese lugar debía ser
honesto con las personas que lo habitaban y que me habían dado un hogar.
Ella me sonrió y me dio
un beso en la mejilla.
Fueron pasando los meses, Jury y yo comenzamos
una relación. El amor que sentía dentro de mí hacia ella crecía cada día más y
se volvía más fuerte.
Tal vez, ella era la persona que le daría
paz a mi alma y me sacaría algún día de la oscuridad.
Ella
nacio para conocerme a mi y yo naci para ella.
Por la confianza que creció entre
nosotros, Jury me contó sobre su pasado. Sus padres murieron cuando ella tenía tan
solo 9 años. Fueron asesinados por un grupo de
vampiros.
Por esto, sería razonable que ella odiara
a los vampiros, sin embargo no era así, ya que otro vampiro la había salvado a
ella de ser devorada por aquellos crueles seres que acabaron con la vida de sus
padres.
Esta era la razón por la que me había dado
una oportunidad a mí de vivir en la aldea junto con ella y las demás personas.
Dentro de su corazón aún tenía la esperanza de que existieran vampiros que pudieran
convivir en paz con los humanos.
De cierta forma, esto se convertiría en un
peso que cargaría el resto de mi vida si quería estar con ella. Ya que nunca
debía permitirme lastimar a un humano.
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