miércoles, 15 de marzo de 2017

Capítulo III - Mundo Prohíbido









CAPÍTULO III



Sigo aquí de pie frente a este muro, tan solo esperando que de repente él aparezca de entre los árboles, pero mi espera ha sido en vano.

-Iré a buscarlo.- dice Shawn mientras coloca su mano sobre mi hombro.

-Ten cuidado, esos monstruos siguen ahí ¿saltarás la cerca?

-Sí, creo que es la forma más segura.

-Por favor, tráelo de vuelta Shawn.-empuño mi mano mientras la siento temblar, mi corazón está más exaltado que nunca.

-Lo haré.- apoya su pie sobre una de las tablas de la cerca y con sus manos jala su cuerpo hacia arriba. Parpadeo y él ya está del otro lado.

-Cuídate.- lo veo desaparecer entre los árboles. No veo movimiento de los monstruos, así que creo que ellos no se dieron cuenta de que Shawn salió.

El tiempo transcurre, el frío empieza a bajar.

-Amm Anna... – escucho a Allan decir mi nombre.

Volteo a verlo, el sol empieza a salir de ese lado, su luz es tan brillante que apenas distingo la silueta de Allan acercándose a mí.

-¿Qué sucede? – le pregunto mientras entre cierro los ojos y trato de cubrir mis ojos de la luz de sol con mi mano. Se para junto a mí –creo que tenemos compañía-.

A lo lejos se ven algunas siluetas que vienen acercándose cada vez más.

-¿Crees que sean monstruos?- pregunta un poco asustado.

-No lo creo, las siluetas más se ven como de personas. Pero aun así, no sabemos quiénes son.- no sé si estás personas nos ayudaran o no, no puedo evitar preocuparme por eso y por el hecho de que Allan esté lastimado del pie, ya que si algo ocurre sería bastante difícil poder huir.

Cada vez están más cerca, ya puedo distinguir sus rostros, son 6 personas, cinco hombres y una mujer. Ella usa un vestido blanco hasta los pies con algunos accesorios dorados, su cabello es largo, de un color como rojizo, sus ojos son color miel y veo como se detienen a verme.

“borscu kranspet” la escucho decir, pero no entiendo lo que significa.

-Amm.. Lo siento pero no hablamos tu idioma- le digo con una voz temblorosa, esperando que ella sí entienda lo que digo.

-Ya veo, ustedes no son de aquí. Lo imaginé, su vestimenta es un poco “diferente” a la nuestra. Mi nombre es Adellaine, ¿Cuáles son sus nombres?

-Mi nombre es Anna y él es Allan. No somos de aquí, venimos de la tierra, si es que ya no estamos en ella.

-Definitivamente no, mi querida Anna. Bienvenidos a “Frantella”, este es mi mundo. Por favor, síganme.- da la vuelta y empieza a caminar de regreso a donde vino, con sus súbditos detrás.

-¡Espera! Nuestros amigos, están allá afuera ¿puedes ayudarnos a traerlos de vuelta?

Voltea a verme -¿Cuántos más hay allá?

-Sólo dos. Uno de ellos se había quedado atrás para que nosotros pudiéramos huir de los monstruos y una vez estuvimos seguros aquí adentro, el otro chico lo fue a buscar, pero ninguno de los dos ha regresado. ¿Puedes ayudarlos?

-Enviaré a buscarlos, ahora por favor síganme, será mejor que estén más adentro, aquí los kraulis podrían comérselos.

-¿Kraulis?- comenzamos a seguirla -¿así se llaman esas cosas? con ese nombre suenan inofensivos.- suelto una pequeña risa.

Me ve de reojo y sonríe –Los Kraulis son criaturas horrorosas, ellos matan a todo aquel que sienten que puede hacerles daño. Ellos han existido en este mundo desde siempre, si intentaron comérselos fue solo como defensa, realmente ellos no devoran a nadie. Solo existen 10 personas en este lugar capaces de domarlos. Y puedo asegurarles que yo no soy una de ellos, sin embargo tampoco me hacen ningún daño.

-Entonces si ellos se sienten amenazados por nuestros amigos, simplemente ¿los matarán? ¿Solo porque sí?

-Tranquila, ellos estarán bien.

Llegamos a un castillo, el cual es enorme, sus paredes son altísimas, la puerta que tiene al frente también es enorme, parece de oro, quizás lo sea. En todo alrededor hay árboles y hermosos rosales, da gusto saber que hay cosas que no cambian, aunque cambies de mundo. Estando a unos metros, la puerta principal se abre, dos jóvenes altos y bien vestidos se colocan uno a cada lado y le dan la bienvenida a quien supongo debe ser su reina, o algo parecido.

Entramos, y los discípulos que traía ella atrás se colocan a sus lados –pueden retirarse- les ordena y ellos se van. Nos mira detenidamente y sonríe - por favor vengan conmigo.-

-¿A dónde vamos?- pregunta Allan, quien parece estar un poco inquieto con la situación.

-Bueno, para empezar quiero que se cambien esa ropa sucia y que coman un poco, no quiero que nadie se enferme.

-¿Qué hay de nuestros amigos?

-No deben preocuparse por ellos, estarán bien. Ya envié a buscarlos.

Parece tan tranquila con cada palabra que dice, como si en un parpadear de ojos ellos fueran a volver sanos y salvos, quisiera sentirme segura en este lugar, quisiera sentir que todo realmente estará bien, quisiera confiar en sus palabras y en la seguridad con la que las transmite, sin embargo, solo empiezo a sentir dudas. Hay algo en todo esto, que definitivamente no está bien.

Nos llevan a una habitación a cada uno; entro a la mía y lo que veo es una enorme cama pegada a la pared, finos muebles de madera con perfectos detalles labrados, hay oro por todos lados, en el espejo que cuelga de la pared, el florero que está sobre la repisa, las chapas de las puertas del closet, y muchas cosas más. Sobre la cama hay un hermoso vestido extendido, color beige y a la par, sobre un cojín rojo, unas zapatillas de tacón.

“Debo ponerme esto” pienso, volteo a ver hacia la derecha y veo una puerta cerrada, camino hacia ella para ver que hay al otro lado, abro y veo que es el baño, hay una pequeña mesita a un lado de la ducha  y sobre ellas unas toallas color blanco, ya están ahí así que decido ducharme.

Cuando termino, tomo la decisión de usar el vestido que han dejado en la cama para mí. Termino de ponérmelo y me dirijo hacia el espejo que está de pie junto a la cama, esa no soy yo, parece otra persona.

-¿Qué estoy haciendo?- me pregunto a mí misma, estoy aquí usando este lindo vestido mientras Shawn y Alejandro están allá afuera luchando por su vida. Me pongo las zapatillas y salgo de la habitación, me dirijo hacia la puerta donde vi entrar a Allan y toco, en un momento sale él, acomodándose un corbatín -¿Tú también?- me pregunta mientras observa mi vestido de pies a cabeza.

–Ni me lo digas, siento que voy a una fiesta de disfraces.-

Sonríe –Ven, entra.-

Entro a la habitación y veo que es exactamente igual que la mía. Me siento a los pies de la cama mientras Allan pelea con el corbatín que ahorca su cuello.

-Allan ¿qué vamos a hacer? Alejandro y Shawn siguen allá afuera y si te puedo ser muy honesta, no confío mucho en Adellaine, hay algo en ella que no termina de gustarme.

Arranca el corbatín de su cuello y lo deja caer sobre la cama –A mí tampoco, pero ¿qué podemos hacer? Siento que estamos atrapados en este lugar, ¿ya viste cuantos guardias hay? estoy seguro que si intentamos dar un paso afuera ellos nos atraparan y nos traerán de vuelta, sutilmente quizás, pero lo harán.

-¿Tú crees?

-No lo sé, es lo que siento. No quiero asustarte Anna, pero yo no vi que ella le diera la orden a nadie para buscarlos, así que me entra en duda si ella realmente quiere ayudarnos.

-¿Cómo sigue tu pie?

-Está mejor.

-Bien, porque si hay que correr, necesitamos que estés bien.- me pongo de pie y tomo la falda de mí vestido con las manos y comienzo a levantarlo.

-¿Qué haces?- pregunta Allan extrañado de verme subir el vestido.

Se ríe - ¿Por qué tienes tu pantalón abajo del vestido? ¿Y qué hay con esos tenis?

-Yo no confío en nadie de este lugar y siento que en algún momento este vestido terminará haciéndome estorbo, pero hasta que no estemos seguros de lo que está sucediendo, mejor sigámosles la corriente y mantengámonos a salvo.

-Esa suena como una excelente idea.

Tocan a la puerta y mi corazón salta –Deben venir a buscarnos.- Allan abre la puerta y uno de los súbditos de Adellaine nos pide que lo acompañemos, salimos de la habitación y caminamos detrás de él. Nos lleva hasta un enorme salón con una gran y elegante mesa, en una de las puntas se encuentra ella y nos pide que nos sentemos cerca.

-Bueno, espero que disfruten la comida.-dice con una gran sonrisa en sus labios.

-Perdóname que sea tan insistente, pero ¿no han sabido nada de nuestros amigos? – pregunto.

-Me temo que aún no querida, pero te aseguro que tengo a mis mejores hombres buscándolos. Ahora por favor, disfruten la comida, necesitaran estar fuertes para cuando ellos vuelvan, que los vean bien, así sabrán que sus esfuerzos valieron la pena.

La veo y noto tanta hipocresía en su mirada, pero debo admitirlo, escoge muy bien sus palabras.

-Tienes razón, gracias por la comida.- responde Allan y me voltea a ver, sé que trata de decirme, que debo comportarme, disimular un poco mi desconfianza.

-Sí, gracias por todas tus atenciones.- respondo, aunque en realidad quisiera gritarle que no está haciendo nada por traerlos de vuelta.

-Por cierto, se ven muy bien con esa ropa, se ven muy elegantes. Casi y no los reconozco.

Allan y yo solo le sonreímos, nos limitamos a comer lo que nos sirvieron y no pronunciamos palabra, sin embargo ella empieza a hacer preguntas.

-Y cuéntenme, ¿hace cuánto llegaron aquí?

-Hace como 5 días.- respondo, aunque no sé si sea buena idea contarle las cosas.

-¡Vaya! Son muy valientes, han sobrevivido todo este tiempo, ustedes cuatro, solos. ¿Dónde se refugiaron de los kraulis?

-En una casa que hay en el bosque.

-¿En una casa?- su tono de voz y su mirada cambian, no como si le sorprendiera, sino más bien, como si  algo le molestara. –Bueno, como sea, me alegro que estén bien.

El silencio se hace presente, se siente hasta algo incómodo, terminamos nuestros alimentos y alguien viene a retirar los platos.

-Si me disculpan, debo retirarme. Por favor, siéntanse como en casa, pueden pedirle a uno de mis súbditos que les muestre el palacio.

-Gracias, nos quedaremos un rato aquí y luego iremos.-le respondo.

-De acuerdo.- se levanta y se marcha.

-¿Viste su rostro cuándo mencioné lo de la casa?- le pregunto a Allan.

-Sí lo vi, ella parecía molesta, ¿no?

-¿Será que ella no sabía que existe esa casa?

-No creo, sabes, a mí me dio la impresión como si ella supiera exactamente de qué casa estábamos hablando, pero creo que el hecho de saber que nosotros la conocimos es lo que le molestó.

-Debemos tener mucho cuidado Allan, quien sabe a dónde vinimos a parar.

-Sí, así es. Deberíamos tomarle la palabra a Adellaine y conocer el castillo, quizás nos sea útil en algún momento.

Concuerdo con Allan, ya que si en algún momento necesitamos huir, es indispensable que conozcamos bien el lugar en el que estamos.

Uno de los súbditos de Adellaine nos guía por todo el castillo, por supuesto, hay muchas habitaciones a las que no entramos, me pregunto ¿qué habrá en cada una de ellas?

-Bueno eso es todo. Si lo desean, por favor regresen a las habitaciones que se les asignó cuando llegaron acá. Yo les llamaré cuando sea la hora de la cena.-

Más que una invitación parecía una orden, no estaba dejándonos muchas opciones, pero no le discutimos e hicimos lo que él nos había pedido. Cada quien entró a la habitación que nos habían asignado, después de un minuto escuché que alguien llamaba a la puerta, abrí y era Allan.

-Pasa.- le digo mientras veo que nadie esté cerca.

-Tu habitación es igual a la mía ¿todas serán iguales?

Me río – No lo sé, supongo que la mayoría. Pero eso no es lo que nos debe preocupar ahora, ¿qué vamos a hacer Allan?, esto cada vez me parece más una prisión.

-¿Crees que debamos huir?

-No lo sé, ¿y si nos equivocamos? ¿Y si todo esto no es lo que parece?

-¿Realmente crees que nos estemos equivocando Anna? Después de todo lo que hemos visto, de la forma tan extraña en la que ellos se comportan, ¿todavía crees que ellos tengan buenas intenciones? Ya va más de medio día y yo no veo que nadie haga algo por encontrar a los chicos, seguramente ni siquiera los están buscando.-

-Lo sé, sé que tienes razón. Yo no creo que ellos quieran ayudar, es solo que desearía que fuera así, desearía que a ellos realmente les importara.-

-No creo que les importemos nada. Anna, yo creo que debemos irnos de aquí antes de que sea tarde.

-Tengo una idea. Hoy, después de cenar, si ellos no han aparecido, nos iremos a escondidas e iremos a buscarlos.-

-Yo solo espero que ellos sigan vivos. Shawn por lo menos llevaba la espada que encontramos en la casa, pero Alejandro…-

-No lo digas- cierro los ojos  y doy un pequeño suspiro.

-Está bien, lo siento.- un golpe en la puerta, alguien está tocando, Allan se levanta a abrir y es el súbdito que nos dio el recorrido.- La reina Adellaine quiere verlos, por favor vengan conmigo.-

No puedo evitar ponerme nerviosa, los corredores se me hacen eternos, siento mi corazón palpitar rápidamente, me pregunto ¿qué sucedió? ¿Por qué tan de pronto nos han venido a buscar? Aún no es la hora de la cena.

Llegamos a una habitación, igual de elegante que las demás, pero en ésta solo hay dos sofás, una enorme librera pegada a una de las paredes, una mesa redonda con un hermoso mantel y ella, allí está Adellaine, junto a la mesa.

-Pasen por favor, siéntense aquí conmigo.

Entramos y nos acomodamos cada uno en una silla. Ella tiene un libro en la mano y una pluma, lo cierra cuando nos acercamos.

-Mis queridos amigos, lo que tengo que decirles no es fácil para mí. Hace unos minutos, uno de mis súbditos vino a informarme, que a unos cuantos kilómetros de aquí han encontrado – hace una pausa- han encontrado a sus amigos, pero me temo que ellos, ya no están con vida.

Me paralizo por un momento, siento una lagrima recorrer mi mejilla y siento a mis manos temblar.

-¿Están seguros que son ellos? ¿Trajeron sus cuerpos?- pregunta Allan mientras coloca su mano sobre la mía, la cual tengo empuñada sobre mi rodilla.

-Aún no, pronto los traerán, pero quería que lo supieran desde antes para que estén preparados. Y quiero pedirles que por su seguridad, no salgan del castillo.

Allan aprieta mi mano antes de que pueda pronunciar palabra alguna – así lo haremos, gracias por avisarnos.- me toma del brazo y salimos de la habitación.

-Creo que está mintiendo.

-Yo también lo creo.

-¿Entonces por qué lloras?

-Bueno, por un momento pensé que era cierto. Pero luego.. no lo sé, algo me dijo que no lo era.

-Bueno por lo menos pensará que sí le creímos, aunque no sea así. Estoy seguro de que Shawn está con vida, él es muy listo…

-Alejandro también está con vida.

-Claro, por supuesto que sí.- lo veo de reojo.

 -Sé que él sigue ahí, yo no voy a parar hasta encontrarlo.

-Bien, ¿entonces estamos listos para llevar a cabo nuestro plan?

-Sí. Será mejor que nos vayamos. Si nos quedamos quien sabe qué pasará con nosotros. Solo espero que de verdad aún no los hayan encontrado, creo que tenemos más posibilidades de sobrevivir allá afuera, que aquí adentro, en ésta prisión disfrazada de fantasía.



“Alejandro, Shawn… muy pronto los encontraremos, por favor manténganse con vida”.