CAPÍTULO III
Sigo
aquí de pie frente a este muro, tan solo esperando que de repente él aparezca
de entre los árboles, pero mi espera ha sido en vano.
-Iré
a buscarlo.- dice Shawn mientras coloca su mano sobre mi hombro.
-Ten
cuidado, esos monstruos siguen ahí ¿saltarás la cerca?
-Sí,
creo que es la forma más segura.
-Por favor, tráelo
de vuelta Shawn.-empuño mi mano mientras la siento temblar, mi
corazón está más exaltado que nunca.
-Lo
haré.- apoya su pie sobre una de las tablas de la cerca y con sus manos jala su
cuerpo hacia arriba. Parpadeo y él ya está del otro lado.
-Cuídate.-
lo veo desaparecer entre los árboles. No veo movimiento de los monstruos, así
que creo que ellos no se dieron cuenta de que Shawn salió.
El
tiempo transcurre, el frío empieza a bajar.
-Amm
Anna... – escucho a Allan decir mi nombre.
Volteo
a verlo, el sol empieza a salir de ese lado, su luz es tan brillante que apenas
distingo la silueta de Allan acercándose a mí.
-¿Qué
sucede? – le pregunto mientras entre cierro los ojos y trato de cubrir mis ojos
de la luz de sol con mi mano. Se para junto a mí –creo que tenemos compañía-.
A
lo lejos se ven algunas siluetas que vienen acercándose cada vez más.
-¿Crees
que sean monstruos?- pregunta un poco asustado.
-No
lo creo, las siluetas más se ven como de personas. Pero aun así, no sabemos
quiénes son.- no sé si estás personas nos ayudaran o no, no puedo evitar
preocuparme por eso y por el hecho de que Allan esté lastimado del pie, ya que
si algo ocurre sería bastante difícil poder huir.
Cada
vez están más cerca, ya puedo distinguir sus rostros, son 6 personas, cinco
hombres y una mujer. Ella usa un vestido blanco hasta los pies con algunos
accesorios dorados, su cabello es largo, de un color como rojizo, sus ojos son
color miel y veo como se detienen a verme.
“borscu
kranspet” la escucho decir, pero no entiendo lo que significa.
-Amm..
Lo siento pero no hablamos tu idioma- le digo con una voz temblorosa, esperando
que ella sí entienda lo que digo.
-Ya
veo, ustedes no son de aquí. Lo imaginé, su vestimenta es un poco “diferente” a
la nuestra. Mi nombre es Adellaine, ¿Cuáles son sus nombres?
-Mi
nombre es Anna y él es Allan. No somos de aquí, venimos de la tierra, si es que
ya no estamos en ella.
-Definitivamente
no, mi querida Anna. Bienvenidos a “Frantella”, este es mi mundo. Por favor,
síganme.- da la vuelta y empieza a caminar de regreso a donde vino, con sus
súbditos detrás.
-¡Espera!
Nuestros amigos, están allá afuera ¿puedes ayudarnos a traerlos de vuelta?
Voltea
a verme -¿Cuántos más hay allá?
-Sólo
dos. Uno de ellos se había quedado atrás para que nosotros pudiéramos huir de
los monstruos y una vez estuvimos seguros aquí adentro, el otro chico lo fue a
buscar, pero ninguno de los dos ha regresado. ¿Puedes ayudarlos?
-Enviaré
a buscarlos, ahora por favor síganme, será mejor que estén más adentro, aquí
los kraulis podrían comérselos.
-¿Kraulis?-
comenzamos a seguirla -¿así se llaman esas cosas? con ese nombre suenan
inofensivos.- suelto una pequeña risa.
Me
ve de reojo y sonríe –Los Kraulis son criaturas horrorosas, ellos matan a todo
aquel que sienten que puede hacerles daño. Ellos han existido en este mundo
desde siempre, si intentaron comérselos fue solo como defensa, realmente ellos
no devoran a nadie. Solo existen 10 personas en este lugar capaces de domarlos.
Y puedo asegurarles que yo no soy una de ellos, sin embargo tampoco me hacen
ningún daño.
-Entonces
si ellos se sienten amenazados por nuestros amigos, simplemente ¿los matarán? ¿Solo
porque sí?
-Tranquila,
ellos estarán bien.
Llegamos
a un castillo, el cual es enorme, sus paredes son altísimas, la puerta que
tiene al frente también es enorme, parece de oro, quizás lo sea. En todo
alrededor hay árboles y hermosos rosales, da gusto saber que hay cosas que no
cambian, aunque cambies de mundo. Estando a unos metros, la puerta principal se
abre, dos jóvenes altos y bien vestidos se colocan uno a cada lado y le dan la
bienvenida a quien supongo debe ser su reina, o algo parecido.
Entramos,
y los discípulos que traía ella atrás se colocan a sus lados –pueden retirarse-
les ordena y ellos se van. Nos mira detenidamente y sonríe - por favor vengan
conmigo.-
-¿A
dónde vamos?- pregunta Allan, quien parece estar un poco inquieto con la
situación.
-Bueno,
para empezar quiero que se cambien esa ropa sucia y que coman un poco, no
quiero que nadie se enferme.
-¿Qué
hay de nuestros amigos?
-No
deben preocuparse por ellos, estarán bien. Ya envié a buscarlos.
Parece
tan tranquila con cada palabra que dice, como si en un parpadear de ojos ellos
fueran a volver sanos y salvos, quisiera sentirme segura en este lugar,
quisiera sentir que todo realmente estará bien, quisiera confiar en sus
palabras y en la seguridad con la que las transmite, sin embargo, solo empiezo
a sentir dudas. Hay algo en todo esto, que definitivamente no está bien.
Nos
llevan a una habitación a cada uno; entro a la mía y lo que veo es una enorme
cama pegada a la pared, finos muebles de madera con perfectos detalles
labrados, hay oro por todos lados, en el espejo que cuelga de la pared, el
florero que está sobre la repisa, las chapas de las puertas del closet, y
muchas cosas más. Sobre la cama hay un hermoso vestido extendido, color beige y
a la par, sobre un cojín rojo, unas zapatillas de tacón.
“Debo
ponerme esto” pienso, volteo a ver hacia la derecha y veo una puerta cerrada,
camino hacia ella para ver que hay al otro lado, abro y veo que es el baño, hay
una pequeña mesita a un lado de la ducha
y sobre ellas unas toallas color blanco, ya están ahí así que decido
ducharme.
Cuando
termino, tomo la decisión de usar el vestido que han dejado en la cama para mí.
Termino de ponérmelo y me dirijo hacia el espejo que está de pie junto a la
cama, esa no soy yo, parece otra persona.
-¿Qué
estoy haciendo?- me pregunto a mí misma, estoy aquí usando este lindo vestido
mientras Shawn y Alejandro están allá afuera luchando por su vida. Me pongo las
zapatillas y salgo de la habitación, me dirijo hacia la puerta donde vi entrar
a Allan y toco, en un momento sale él, acomodándose un corbatín -¿Tú también?-
me pregunta mientras observa mi vestido de pies a cabeza.
–Ni
me lo digas, siento que voy a una fiesta de disfraces.-
Sonríe
–Ven, entra.-
Entro
a la habitación y veo que es exactamente igual que la mía. Me siento a los pies
de la cama mientras Allan pelea con el corbatín que ahorca su cuello.
-Allan
¿qué vamos a hacer? Alejandro y Shawn siguen allá afuera y si te puedo ser muy
honesta, no confío mucho en Adellaine, hay algo en ella que no termina de
gustarme.
Arranca
el corbatín de su cuello y lo deja caer sobre la cama –A mí tampoco, pero ¿qué
podemos hacer? Siento que estamos atrapados en este lugar, ¿ya viste cuantos
guardias hay? estoy seguro que si intentamos dar un paso afuera ellos nos
atraparan y nos traerán de vuelta, sutilmente quizás, pero lo harán.
-¿Tú
crees?
-No
lo sé, es lo que siento. No quiero asustarte Anna, pero yo no vi que ella le
diera la orden a nadie para buscarlos, así que me entra en duda si ella
realmente quiere ayudarnos.
-¿Cómo
sigue tu pie?
-Está
mejor.
-Bien,
porque si hay que correr, necesitamos que estés bien.- me pongo de pie y tomo
la falda de mí vestido con las manos y comienzo a levantarlo.
-¿Qué
haces?- pregunta Allan extrañado de verme subir el vestido.
Se
ríe - ¿Por qué tienes tu pantalón abajo del vestido? ¿Y qué hay con esos tenis?
-Yo
no confío en nadie de este lugar y siento que en algún momento este vestido
terminará haciéndome estorbo, pero hasta que no estemos seguros de lo que está
sucediendo, mejor sigámosles la corriente y mantengámonos a salvo.
-Esa
suena como una excelente idea.
Tocan
a la puerta y mi corazón salta –Deben venir a buscarnos.- Allan abre la puerta
y uno de los súbditos de Adellaine nos pide que lo acompañemos, salimos de la
habitación y caminamos detrás de él. Nos lleva hasta un enorme salón con una
gran y elegante mesa, en una de las puntas se encuentra ella y nos pide que nos
sentemos cerca.
-Bueno,
espero que disfruten la comida.-dice con una gran sonrisa en sus labios.
-Perdóname
que sea tan insistente, pero ¿no han sabido nada de nuestros amigos? –
pregunto.
-Me
temo que aún no querida, pero te aseguro que tengo a mis mejores hombres
buscándolos. Ahora por favor, disfruten la comida, necesitaran estar fuertes
para cuando ellos vuelvan, que los vean bien, así sabrán que sus esfuerzos
valieron la pena.
La
veo y noto tanta hipocresía en su mirada, pero debo admitirlo, escoge muy bien
sus palabras.
-Tienes
razón, gracias por la comida.- responde Allan y me voltea a ver, sé que trata
de decirme, que debo comportarme, disimular un poco mi desconfianza.
-Sí,
gracias por todas tus atenciones.- respondo, aunque en realidad quisiera
gritarle que no está haciendo nada por traerlos de vuelta.
-Por
cierto, se ven muy bien con esa ropa, se ven muy elegantes. Casi y no los
reconozco.
Allan
y yo solo le sonreímos, nos limitamos a comer lo que nos sirvieron y no
pronunciamos palabra, sin embargo ella empieza a hacer preguntas.
-Y
cuéntenme, ¿hace cuánto llegaron aquí?
-Hace
como 5 días.- respondo, aunque no sé si sea buena idea contarle las cosas.
-¡Vaya!
Son muy valientes, han sobrevivido todo este tiempo, ustedes cuatro, solos.
¿Dónde se refugiaron de los kraulis?
-En
una casa que hay en el bosque.
-¿En
una casa?- su tono de voz y su mirada cambian, no como si le sorprendiera, sino
más bien, como si algo le molestara. –Bueno,
como sea, me alegro que estén bien.
El
silencio se hace presente, se siente hasta algo incómodo, terminamos nuestros
alimentos y alguien viene a retirar los platos.
-Si
me disculpan, debo retirarme. Por favor, siéntanse como en casa, pueden pedirle
a uno de mis súbditos que les muestre el palacio.
-Gracias,
nos quedaremos un rato aquí y luego iremos.-le respondo.
-De
acuerdo.- se levanta y se marcha.
-¿Viste
su rostro cuándo mencioné lo de la casa?- le pregunto a Allan.
-Sí
lo vi, ella parecía molesta, ¿no?
-¿Será
que ella no sabía que existe esa casa?
-No
creo, sabes, a mí me dio la impresión como si ella supiera exactamente de qué
casa estábamos hablando, pero creo que el hecho de saber que nosotros la
conocimos es lo que le molestó.
-Debemos
tener mucho cuidado Allan, quien sabe a dónde vinimos a parar.
-Sí,
así es. Deberíamos tomarle la palabra a Adellaine y conocer el castillo, quizás
nos sea útil en algún momento.
Concuerdo
con Allan, ya que si en algún momento necesitamos huir, es indispensable que
conozcamos bien el lugar en el que estamos.
Uno
de los súbditos de Adellaine nos guía por todo el castillo, por supuesto, hay
muchas habitaciones a las que no entramos, me pregunto ¿qué habrá en cada una
de ellas?
-Bueno
eso es todo. Si lo desean, por favor regresen a las habitaciones que se les
asignó cuando llegaron acá. Yo les llamaré cuando sea la hora de la cena.-
Más
que una invitación parecía una orden, no estaba dejándonos muchas opciones,
pero no le discutimos e hicimos lo que él nos había pedido. Cada quien entró a
la habitación que nos habían asignado, después de un minuto escuché que alguien
llamaba a la puerta, abrí y era Allan.
-Pasa.-
le digo mientras veo que nadie esté cerca.
-Tu
habitación es igual a la mía ¿todas serán iguales?
Me
río – No lo sé, supongo que la mayoría. Pero eso no es lo que nos debe
preocupar ahora, ¿qué vamos a hacer Allan?, esto cada vez me parece más una
prisión.
-¿Crees
que debamos huir?
-No
lo sé, ¿y si nos equivocamos? ¿Y si todo esto no es lo que parece?
-¿Realmente
crees que nos estemos equivocando Anna? Después de todo lo que hemos visto, de
la forma tan extraña en la que ellos se comportan, ¿todavía crees que ellos
tengan buenas intenciones? Ya va más de medio día y yo no veo que nadie haga
algo por encontrar a los chicos, seguramente ni siquiera los están buscando.-
-Lo
sé, sé que tienes razón. Yo no creo que ellos quieran ayudar, es solo que
desearía que fuera así, desearía que a ellos realmente les importara.-
-No
creo que les importemos nada. Anna, yo creo que debemos irnos de aquí antes de
que sea tarde.
-Tengo
una idea. Hoy, después de cenar, si ellos no han aparecido, nos iremos a
escondidas e iremos a buscarlos.-
-Yo
solo espero que ellos sigan vivos. Shawn por lo menos llevaba la espada que
encontramos en la casa, pero Alejandro…-
-No
lo digas- cierro los ojos y doy un
pequeño suspiro.
-Está
bien, lo siento.- un golpe en la puerta, alguien está tocando, Allan se levanta
a abrir y es el súbdito que nos dio el recorrido.- La reina Adellaine quiere
verlos, por favor vengan conmigo.-
No
puedo evitar ponerme nerviosa, los corredores se me hacen eternos, siento mi
corazón palpitar rápidamente, me pregunto ¿qué sucedió? ¿Por qué tan de pronto
nos han venido a buscar? Aún no es la hora de la cena.
Llegamos
a una habitación, igual de elegante que las demás, pero en ésta solo hay dos
sofás, una enorme librera pegada a una de las paredes, una mesa redonda con un
hermoso mantel y ella, allí está Adellaine, junto a la mesa.
-Pasen
por favor, siéntense aquí conmigo.
Entramos
y nos acomodamos cada uno en una silla. Ella tiene un libro en la mano y una
pluma, lo cierra cuando nos acercamos.
-Mis
queridos amigos, lo que tengo que decirles no es fácil para mí. Hace unos
minutos, uno de mis súbditos vino a informarme, que a unos cuantos kilómetros
de aquí han encontrado – hace una pausa- han encontrado a sus amigos, pero me
temo que ellos, ya no están con vida.
Me
paralizo por un momento, siento una lagrima recorrer mi mejilla y siento a mis
manos temblar.
-¿Están
seguros que son ellos? ¿Trajeron sus cuerpos?- pregunta Allan mientras coloca
su mano sobre la mía, la cual tengo empuñada sobre mi rodilla.
-Aún
no, pronto los traerán, pero quería que lo supieran desde antes para que estén
preparados. Y quiero pedirles que por su seguridad, no salgan del castillo.
Allan
aprieta mi mano antes de que pueda pronunciar palabra alguna – así lo haremos,
gracias por avisarnos.- me toma del brazo y salimos de la habitación.
-Creo
que está mintiendo.
-Yo
también lo creo.
-¿Entonces
por qué lloras?
-Bueno,
por un momento pensé que era cierto. Pero luego.. no lo sé, algo me dijo que no
lo era.
-Bueno
por lo menos pensará que sí le creímos, aunque no sea así. Estoy seguro de que
Shawn está con vida, él es muy listo…
-Alejandro
también está con vida.
-Claro,
por supuesto que sí.- lo veo de reojo.
-Sé
que él sigue ahí, yo no voy a parar hasta encontrarlo.
-Bien,
¿entonces estamos listos para llevar a cabo nuestro plan?
-Sí.
Será mejor que nos vayamos. Si nos quedamos quien sabe qué pasará con nosotros.
Solo espero que de verdad aún no los hayan encontrado, creo que tenemos más
posibilidades de sobrevivir allá afuera, que aquí adentro, en ésta prisión
disfrazada de fantasía.
“Alejandro, Shawn… muy pronto los encontraremos, por
favor manténganse con vida”.
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