lunes, 2 de enero de 2017

Capítulo I - Mundo Prohíbido





CAPÍTULO I




Me abraza fuertemente por la espalda casi susurrándome al oído - Vamos a estar bien.-

-Ah ¿sí?- Respondo sonriendo mientras volteo un poco mí rostro hacia el de él, casi quedando pegados uno del otro.

-Sí, no te preocupes.- dice mientras acerca sus labios a mi mejilla estallando en un beso. El color sube por mi cara, la siento como si hirviera. Trato de disimular el palpitar veloz de mi corazón, pero es obvio que ellos me están viendo, están viendo aquella reacción que delata mis sentimientos.

Se separa de mí y camina hacia la estufa, el pan que tiene en el sartén está casi tostado.

Mi corazón sigue latiendo, camino hacia el refrigerador a buscar un vaso con agua, desearía poder quedarme ahí para bajar el calor de mis mejillas, pero me delataría aún más si lo hago.

Tomo el agua del vaso y rápidamente me dirijo a lavarlo. Estoy tan solo a unos pasos de él, y quiero voltearlo a ver, pero sé que si lo hago el color de mis mejillas se tornará rojo nuevamente.

-Y ¿qué creen que debamos hacer entonces? Digo, sabemos que existen esas cosas allá afuera y no podemos salir de aquí, pero la comida no durará mucho tiempo.- exclama Shawn con un tono nervioso.




***




Llegamos a este lugar hace tres días, de repente solo aparecimos aquí, recuerdo que estaba en mi habitación buscando locamente un cuaderno de matemáticas que había perdido, cerré los ojos por un instante y cuando los abrí ya estaba aquí. Después de unos cuantos segundos apareció él, Alejandro, un muchacho alto de cabello negro y ojos verdes, somos vecinos desde que éramos pequeños, y creo que desde entonces me ha gustado, pero jamás he podido decírselo.

Nos veíamos fijamente sin decir una sola palabra, ninguno de los dos entendía que estaba pasando o ¿cómo habíamos llegado ahí?

Escuchamos un ruido extraño, las copas de los árboles se movían fuertemente, se escuchó un rugido detrás de ellos, nos asustamos y comenzamos a correr a toda velocidad.

Después de correr unos 30 metros, entre los árboles se veía una casa, la cual tenía una cerca blanca a todo alrededor. Corrimos hacia ella, cuando llegamos la cerradura de la puerta de la cerca estaba abierta, Alejandro la empujó con sus manos y ésta se abrió. Me dijo que entrara rápido y detrás de mí entró él.

Cuando volteamos a ver, un enorme monstruo estaba detrás de nosotros, pero del otro lado de la cerca. Sus brazos largos parecían colgarle del cuerpo, sus dientes puntiagudos eran aterradores, el color de su piel, resultaba asqueroso verlo, un verde oscuro con algunos tonos marrones, se veía pegajoso y brillante; en ese momento sentí como mi cuerpo entero se congelaba, pensaba que íbamos a morir. Pero después de un momento el monstruo se dio la vuelta y se marchó.

Era tan repentino, pero en verdad estaba feliz de no morir. Alejandro soltó una carcajada “estamos vivos” exclamó, volteó a verme y luego me abrazó.

-¿Qué era eso? ¿Qué era eso Alejandro? – Pregunté insistentemente- ¿En dónde estamos?- en ese momento en lo que menos me fijé fue en aquel abrazo, lo único que había en mi mente era el miedo de casi morir y de no saber dónde estaba, casi podría confundirse con terror.

-No lo sé linda. Pero algo me dice que aquí estamos a salvo.- colocó su mano sobre mi hombro como un gesto de consuelo. Las lágrimas brotaron de mis ojos, sacó de su bolsillo derecho un pañuelo blanco con una delgada orilla azul, extendió su mano hasta mis mejillas y rozó sus dedos con aquella delicada tela, tratando de secar mis lágrimas.

-Vamos a estar bien, no te preocupes. ¿Por qué no echamos un ojo adentro a ver que hay?

-¿Crees que sea buena idea?- pregunté asustada.

-Bueno, no creo que hayan monstruos allí adentro.- sonrió.

-Bien, de acuerdo. – sé que él hacía todo lo posible para estar en calma, trataba de ser fuerte y valiente para mí, así que yo debía ser más fuerte para él.

Mis piernas se sentían pesadas con cada paso que dábamos hacia la puerta de aquella casa. -¿Crees que alguien viva aquí?- mis palabras sonaban temblorosas.

-No lo sé, pero si es así espero que no sea como Marcus- soltó una pequeña risa.

Marcus es un vecino que vive en nuestra cuadra, pero cada vez que alguien llama a su puerta sale con el ceño fruncido y una mirada matadora, como decimos con Alejandro, sale con cara de pocos amigos.

-Esperemos que no.- le dije mientras se me escapaba una sonrisa.

Tocó a la puerta pero nadie respondió, tomó la manecilla con su mano y la giró, estaba abierto. Entramos a la casa y exploramos cada rincón, estaba amueblada como si viviera alguien en ella, pero no había rastros de nadie, no había fotografías, la ropa estaba intacta al igual que las camas, en el baño había jabón y shampoo pero todo estaba sellado, como si nadie jamás lo hubiera usado.

Todo parecía extraño pero ya que no había a donde ir, no había más remedio que quedarnos aquí. Sobretodo ya que sabíamos que ese monstruo no pasaba la cerca que rodea la casa.

Al día siguiente mientras preparábamos algo para desayunar, escuchamos gritos venir de afuera y un estruendoso rugido, la piel se me erizó de inmediato, sabía lo que significaba ese sonido, el monstruo estaba cerca.

-Ven, vamos a ver- gritó Alejandro de repente, mi corazón saltó y vi como corría él hacia la puerta. La luz de afuera brillaba tan fuerte que desde adentro era casi imposible ver lo que sucedía.

Mis pies se arrastraban uno tras otro, mi cuerpo se sentía pesado nuevamente, no quería ver lo que estaba sucediendo, pero sentía la necesidad de asegurarme que Alejandro estaba bien.

-Corre, ven rápido- escuché gritar a Alejandro, estaba casi en la puerta de la cerca.

Me asomé para ver a quién le hablaba. Venía corriendo un joven, pero mis ojos se enfocaron en el monstruo, el mismo de ayer.

Mis piernas por instinto corrieron hacia la cerca– corre, rápido, corre- sin darme cuenta yo también estaba gritando.

De repente salió otro muchacho detrás de él, lo tomó del brazo y corrió con más velocidad casi arrastrándolo entre sus pies. Cuando estaban por llegar el monstruo inclinó su enorme cabeza, tratando de sujetarlos con los dientes.

-¡Cuidado!- gritó Alejandro, el muchacho más veloz volteó la mirada hacia el monstruo y en un abrir y cerrar de ojos lanzó al otro joven hacia adentro de la cerca y él se tiró también del lado en el que yo estaba, cayendo sobre mí. En un momento ya nos encontrábamos en el suelo, pero a salvo.

Alejandro lo ayudó a levantarse y luego a mí. – ¿Estás bien?- me dijo mientras me tomaba del brazo cuando me levantaba del suelo. – Sí, gracias.- asentí con la cabeza y sacudí la tierra de mi ropa.

-¿Y ustedes, están bien?- se dirigió hacia los jóvenes, quienes apenas lograban recuperar el aliento.

-Sí, lo estamos.- dijo uno de ellos. - ¿Qué rayos era eso? ¿Dónde estamos?

-No lo sabemos. Llegamos aquí ayer por la tarde, así que no sabemos más que ustedes ahora. Lo único que sabemos es que ésta casa por alguna razón es segura, ese monstruo no va más allá de la cerca y la cerca rodea toda la casa.-

-Ya veo.- se encoje de hombros. – Me llamo Shawn y él es mi amigo Allan.

-Hola. Yo me llamo Alejandro y ella es Anna.-

-Hola Anna, perdona por haber caído sobre ti. Espero no haberte lastimado.- dice Shawn, su sonrisa es muy amplia y parece sincera, su cabello castaño se mueve con el viento y hace que mi mirada se fije en él.

-No te preocupes, me alegra que ambos se encuentren bien.-



***



Desde entonces hemos estado aquí, ya son tres días, la comida como dice Shawn, pronto se acabará y será más segura nuestra muerte, pues podríamos sobrevivir algunos días sin comer pero quien sabe que pasaría luego.

-He estado pensando en eso- responde Alejandro mientras acomoda su plato sobre la mesa.

-Ah ¿sí? Y ¿qué crees que debamos hacer? – dice Shawn sentándose a uno de los costados de la mesa.

-Vengan, siéntese ustedes también. – nos pide a Allan y a mí.

Mi corazón comienza a palpitar con más velocidad, quien sabe que idea se le haya ocurrido.

-Como dice Shawn, la comida no durará mucho tiempo y solo tendremos dos opciones: salir a buscarla y regresar nuevamente a la casa y acostumbrarnos a esa rutina –hace una pequeña pausa- o salir definitivamente de la casa en busca de cómo regresar a dónde en realidad pertenecemos.

-¿Estás loco?- exclama Allan – ¿crees que no nos está esperando allá? Diez pasos que demos fuera de la cerca y estaremos muertos.

-Allan tiene razón, debemos encontrar otra forma- dice Shawn, quien no parece seguro que ninguna de las dos opciones sean fiables.

-Yo creo que Alejandro tiene razón- mis palabras simplemente brotan de mi boca –piénsenlo, ¿quieren quedarse atrapados aquí el resto de sus vidas? Tarde o temprano tendremos que salir allá y buscar la manera de regresar a casa. Y creo que es mejor hacerlo ahora que esperar más tiempo a que nada pase.

-Vamos a calmarnos de acuerdo. Todos tienen razón en lo que dicen, pero realmente creo que debemos hacer algo, por las noches he estado observando el bosque desde la ventana de mi habitación. A lo lejos, por donde se ven las montañas hay una luz brillante que nunca se apaga, durante el día la luz casi no se ve, pero si se ven los monstruos, aunque se camuflan entre los árboles, y no es uno, son varios y se expanden por todo el bosque, lo bueno de esto es que tienen unas marcas en la espalda, no sé si ¿ustedes lo recuerdan?

-No- respondemos los tres volteándonos a ver.

-Bueno, el caso es que esas marcas se encienden en la oscuridad, son como fluorescentes y es aún más fácil verlos, saber dónde están. Se me ocurre que si planeamos salir de aquí sería buena idea hacerlo de noche para usar esa ventaja.

-¿Estás seguro de lo que dices?- dice Shawn con un tono de duda en sus palabras.

-Sí, lo estoy. Esto lo noté desde el primer día que estuvimos aquí y no lo había dicho porque quería estar seguro. No los arriesgaría si no estuviera convencido que tenemos esa ventaja sobre ellos.

-Sí, ya que ellos tienen muchas sobre nosotros- responde Allan en un tono sarcástico.

-Entonces hagámoslo- respondo- yo creo en lo que dices y estoy dispuesta a luchar, extraño mi hogar y quiero regresar. – Me encojo de hombros- solo debemos estar unidos hasta el final, ¿cierto?

-Yo también lo haré- dice Shawn.

-Bueno, ya que, yo también me uno, no pienso quedarme aquí solo ni de broma- dice Allan.

-Entonces, lo primero que debemos hacer es crear un plan, buscar lo que nos pueda servir de arma para defendernos y conservar lo más que podamos la comida hasta que estemos listos para partir.- Alejandro habla como todo un líder y me hace sentir segura, solo espero que su plan realmente funcione.

El día transcurría rápido, buscamos dentro y fuera de la casa todo lo que pudiera servirnos a la hora de pasar la cerca que nos protegía y tener que enfrentar a esos monstruos; al caer la noche nos reunimos en la sala y colocamos al centro todas las cosas que habíamos recolectado.

Latas vacías, ramas de árboles, hules, cuchillos, pegamento, lazos, hierro, había  muchísimas cosas.

-También encontré esto- dice Shawn desenvainando una espada de su funda.

-¿Dónde la encontraste? – le pregunta Alejandro mientras estira su mano para tomar la espada.

-Estaba en el sótano, escondida al fondo en un armario viejo.

Es una espada muy bonita, su hoja es brillante, como si nunca la hubieran usado, su empuñadura es plateada con algunos acabados en negro.

-Vean esto, tiene unas iniciales aquí.- Dice Alejandro mientras nos acercamos a ver:

“AJ”

-¿Qué significaran?- pregunta Shawn

-No lo sé- responde Alejandro y me voltea a ver con esa mirada que hace cuando está a punto de decir algo gracioso – No es tuya ¿verdad?- suelta una pequeña risa.

-Claro que no.- respondo de inmediato y me rio.

-¿Por qué sería de ella? –pregunta Allan frunciendo su ceño en modo de extrañeza.

-Porque son sus iniciales: “Anna Jones – AJ”.

Shawn y Allan se ríen por lo lógico e ilógico de lo que Alejandro dice, sí, podrían ser mis iniciales, pero yo jamás he estado en este lugar y por supuesto nunca antes he tenido una espada, lo que hace que resulte imposible que esa espada me pertenezca, aunque entiendo el sentido del humor de Alejandro y entiendo que solo trata de hacernos reír en estos momentos en los que la incertidumbre nos mata.

El no saber si mañana seguiremos con vida o regresaremos a casa, hace que la preocupación se nos note en la cara, el humor de Alejandro apacigua un poco ese sentimiento.

-Oye Ale, estaba pensando en lo que dijiste en la mañana, acerca de los monstruos y del lugar brillante que ves por las noches.- dice Allan con un tono de voz un tanto preocupado.

-¿Y qué estabas pensando?- responde.

-Bueno, tu dijiste que ese lugar siempre tiene luz y nunca se apaga y que los monstruos tienen unas marcas en su espalda que también brillan, bueno ¿cómo sabemos que esa no es la guarida de los monstruos?- la pregunta de Allan era acertada, porque viéndolo de esa manera, lo más lógico era pensar que en ese punto se encontraban reunidos todos los monstruos del lugar.

-Tienes razón, y tal vez me esté arriesgando al decir esto, pero no creo que ellos se mantengan ahí. Las luces que los identifican a ellos no parecen acercarse a ese lugar, sí merodean en los alrededores pero no se acercan, si mis cálculos no me fallan, tal vez  lo más que se acerquen es a unos 20 metros.

-¿Estás seguro de eso Alejandro?- estaba segura que su plan funcionaria pero que pasaría si eso no es más que el nido de esos monstruos, entonces sí no tendremos escapatoria.

-No, en realidad no Anna, pero en verdad quisiera estarlo, ya que no tenemos otra opción.

-Entiendo.- mí voz casi suena, empiezo a preocuparme otra vez. Por un momento siento como si las lágrimas fueran a estallar en mis ojos, pero trato de hacerme fuerte para que no vean mi angustia.

-Bueno, no vamos a echarnos para atrás, seguiremos el plan como lo llevábamos y solo recemos para no morir.- dice Shawn tratando de suavizar un poco el ambiente.

-Yo podría hacer algunas flechas y arcos con las latas y las ramas.- dice Allan.

-¿En serio? ¿Sabes hacerlo?- le pregunta Shawn

-Sí, fui niño explorador –dice con una expresión de orgullo en su rostro, que me causa un poco de risa- mi guía era muy bueno y él nos enseñó a hacerlo, dijo que uno nunca sabe cuándo podríamos necesitarlo. En aquel momento me pareció ilógico pero aun así lo aprendí, ya que parecía divertido. Ahora me doy cuenta que a veces menospreciamos las cosas que más nos pueden ayudar en la vida. Pero déjenlo en mis manos, mañana mismo tendrán todo.- se levanta de prisa y toma todas las cosas que pueden servirle, luego se dirige a su habitación y se encierra, supongo que trabajará toda la noche en ello.

-Bueno, creo que no hay más que podamos hacer, los arcos y la espada deberán ser suficientes.-dice Shawn mientras suelta un bostezo.- estoy cansado, me voy a dormir.

Se levanta y se despide de nosotros. Me pregunto si yo podré conciliar el sueño esta noche.

-¿Estás bien Anna?- pregunta Alejandro mientras se arrastra por el suelo hasta llegar a sentarse a mi lado. Está tan cerca que puedo sentir su calor.

Aunque le digo que sí, sé que él se da cuenta que no es así, no puedo evitar preocuparme por lo que dijo Allan, las probabilidades de que esos monstruos nos maten son grandes, al igual que mi miedo.


-Todo saldrá bien, ya lo verás.

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