Me
abraza fuertemente por la espalda casi susurrándome al oído - Vamos a estar
bien.-
-Ah ¿sí?-
Respondo sonriendo mientras volteo un poco mí rostro hacia el de él, casi
quedando pegados uno del otro.
-Sí,
no te preocupes.- dice mientras acerca sus labios a mi mejilla estallando en un
beso. El color sube por mi cara, la siento como si hirviera. Trato de disimular
el palpitar veloz de mi corazón, pero es obvio que ellos me están viendo, están
viendo aquella reacción que delata mis sentimientos.
Se
separa de mí y camina hacia la estufa, el pan que tiene en el sartén está casi
tostado.
Mi
corazón sigue latiendo, camino hacia el refrigerador a buscar un vaso con agua,
desearía poder quedarme ahí para bajar el calor de mis mejillas, pero me
delataría aún más si lo hago.
Tomo
el agua del vaso y rápidamente me dirijo a lavarlo. Estoy tan solo a unos pasos
de él, y quiero voltearlo a ver, pero sé que si lo hago el color de mis
mejillas se tornará rojo nuevamente.
-Y
¿qué creen que debamos hacer entonces? Digo, sabemos que existen esas cosas
allá afuera y no podemos salir de aquí, pero la comida no durará mucho tiempo.-
exclama Shawn con un tono nervioso.
***
Llegamos
a este lugar hace tres días, de repente solo aparecimos aquí, recuerdo que
estaba en mi habitación buscando locamente un cuaderno de matemáticas que había
perdido, cerré los ojos por un instante y cuando los abrí ya estaba aquí.
Después de unos cuantos segundos apareció él, Alejandro, un muchacho alto de
cabello negro y ojos verdes, somos vecinos desde que éramos pequeños, y creo
que desde entonces me ha gustado, pero jamás he podido decírselo.
Nos
veíamos fijamente sin decir una sola palabra, ninguno de los dos entendía que estaba
pasando o ¿cómo habíamos llegado ahí?
Escuchamos
un ruido extraño, las copas de los árboles se movían fuertemente, se escuchó un
rugido detrás de ellos, nos asustamos y comenzamos a correr a toda velocidad.
Después
de correr unos 30 metros, entre los árboles se veía una casa, la cual tenía una
cerca blanca a todo alrededor. Corrimos hacia ella, cuando llegamos la cerradura
de la puerta de la cerca estaba abierta, Alejandro la empujó con sus manos y
ésta se abrió. Me dijo que entrara rápido y detrás de mí entró él.
Cuando
volteamos a ver, un enorme monstruo estaba detrás de nosotros, pero del otro
lado de la cerca. Sus brazos largos parecían colgarle del cuerpo, sus dientes
puntiagudos eran aterradores, el color de su piel, resultaba asqueroso verlo,
un verde oscuro con algunos tonos marrones, se veía pegajoso y brillante; en
ese momento sentí como mi cuerpo entero se congelaba, pensaba que íbamos a
morir. Pero después de un momento el monstruo se dio la vuelta y se marchó.
Era
tan repentino, pero en verdad estaba feliz de no morir. Alejandro soltó una
carcajada “estamos vivos” exclamó, volteó a verme y luego me abrazó.
-¿Qué
era eso? ¿Qué era eso Alejandro? – Pregunté insistentemente- ¿En dónde
estamos?- en ese momento en lo que menos me fijé fue en aquel abrazo, lo único
que había en mi mente era el miedo de casi morir y de no saber dónde estaba,
casi podría confundirse con terror.
-No
lo sé linda. Pero algo me dice que aquí estamos a salvo.- colocó su mano sobre
mi hombro como un gesto de consuelo. Las lágrimas brotaron de mis ojos, sacó de
su bolsillo derecho un pañuelo blanco con una delgada orilla azul, extendió su
mano hasta mis mejillas y rozó sus dedos con aquella delicada tela, tratando de
secar mis lágrimas.
-Vamos
a estar bien, no te preocupes. ¿Por qué no echamos un ojo adentro a ver que hay?
-¿Crees
que sea buena idea?- pregunté asustada.
-Bueno,
no creo que hayan monstruos allí adentro.- sonrió.
-Bien,
de acuerdo. – sé que él hacía todo lo posible para estar en calma, trataba de
ser fuerte y valiente para mí, así que yo debía ser más fuerte para él.
Mis
piernas se sentían pesadas con cada paso que dábamos hacia la puerta de aquella
casa. -¿Crees que alguien viva aquí?- mis palabras sonaban temblorosas.
-No
lo sé, pero si es así espero que no sea como Marcus- soltó una pequeña risa.
Marcus
es un vecino que vive en nuestra cuadra, pero cada vez que alguien llama a su
puerta sale con el ceño fruncido y una mirada matadora, como decimos con
Alejandro, sale con cara de pocos amigos.
-Esperemos
que no.- le dije mientras se me escapaba una sonrisa.
Tocó
a la puerta pero nadie respondió, tomó la manecilla con su mano y la giró,
estaba abierto. Entramos a la casa y exploramos cada rincón, estaba amueblada
como si viviera alguien en ella, pero no había rastros de nadie, no había
fotografías, la ropa estaba intacta al igual que las camas, en el baño había
jabón y shampoo pero todo estaba sellado, como si nadie jamás lo hubiera usado.
Todo
parecía extraño pero ya que no había a donde ir, no había más remedio que
quedarnos aquí. Sobretodo ya que sabíamos que ese monstruo no pasaba la cerca
que rodea la casa.
Al
día siguiente mientras preparábamos algo para desayunar, escuchamos gritos
venir de afuera y un estruendoso rugido, la piel se me erizó de inmediato,
sabía lo que significaba ese sonido, el monstruo estaba cerca.
-Ven,
vamos a ver- gritó Alejandro de repente, mi corazón saltó y vi como corría él
hacia la puerta. La luz de afuera brillaba tan fuerte que desde adentro era
casi imposible ver lo que sucedía.
Mis
pies se arrastraban uno tras otro, mi cuerpo se sentía pesado nuevamente, no
quería ver lo que estaba sucediendo, pero sentía la necesidad de asegurarme que
Alejandro estaba bien.
-Corre,
ven rápido- escuché gritar a Alejandro, estaba casi en la puerta de la cerca.
Me
asomé para ver a quién le hablaba. Venía corriendo un joven, pero mis ojos se
enfocaron en el monstruo, el mismo de ayer.
Mis
piernas por instinto corrieron hacia la cerca– corre, rápido, corre- sin darme
cuenta yo también estaba gritando.
De repente
salió otro muchacho detrás de él, lo tomó del brazo y corrió con más velocidad
casi arrastrándolo entre sus pies. Cuando estaban por llegar el monstruo
inclinó su enorme cabeza, tratando de sujetarlos con los dientes.
-¡Cuidado!-
gritó Alejandro, el muchacho más veloz volteó la mirada hacia el monstruo y en
un abrir y cerrar de ojos lanzó al otro joven hacia adentro de la cerca y él se
tiró también del lado en el que yo estaba, cayendo sobre mí. En un momento ya
nos encontrábamos en el suelo, pero a salvo.
Alejandro
lo ayudó a levantarse y luego a mí. – ¿Estás bien?- me dijo mientras me tomaba
del brazo cuando me levantaba del suelo. – Sí, gracias.- asentí con la cabeza y
sacudí la tierra de mi ropa.
-¿Y
ustedes, están bien?- se dirigió hacia los jóvenes, quienes apenas lograban
recuperar el aliento.
-Sí,
lo estamos.- dijo uno de ellos. - ¿Qué rayos era eso? ¿Dónde estamos?
-No
lo sabemos. Llegamos aquí ayer por la tarde, así que no sabemos más que ustedes
ahora. Lo único que sabemos es que ésta casa por alguna razón es segura, ese
monstruo no va más allá de la cerca y la cerca rodea toda la casa.-
-Ya
veo.- se encoje de hombros. – Me llamo Shawn y él es mi amigo Allan.
-Hola.
Yo me llamo Alejandro y ella es Anna.-
-Hola
Anna, perdona por haber caído sobre ti. Espero no haberte lastimado.- dice
Shawn, su sonrisa es muy amplia y parece sincera, su cabello castaño se mueve
con el viento y hace que mi mirada se fije en él.
-No
te preocupes, me alegra que ambos se encuentren bien.-
***
Desde
entonces hemos estado aquí, ya son tres días, la comida como dice Shawn, pronto
se acabará y será más segura nuestra muerte, pues podríamos sobrevivir algunos
días sin comer pero quien sabe que pasaría luego.
-He
estado pensando en eso- responde Alejandro mientras acomoda su plato sobre la
mesa.
-Ah
¿sí? Y ¿qué crees que debamos hacer? – dice Shawn sentándose a uno de los
costados de la mesa.
-Vengan,
siéntese ustedes también. – nos pide a Allan y a mí.
Mi
corazón comienza a palpitar con más velocidad, quien sabe que idea se le haya
ocurrido.
-Como
dice Shawn, la comida no durará mucho tiempo y solo tendremos dos opciones:
salir a buscarla y regresar nuevamente a la casa y acostumbrarnos a esa rutina
–hace una pequeña pausa- o salir definitivamente de la casa en busca de cómo
regresar a dónde en realidad pertenecemos.
-¿Estás
loco?- exclama Allan – ¿crees que no nos está esperando allá? Diez pasos que
demos fuera de la cerca y estaremos muertos.
-Allan
tiene razón, debemos encontrar otra forma- dice Shawn, quien no parece seguro
que ninguna de las dos opciones sean fiables.
-Yo
creo que Alejandro tiene razón- mis palabras simplemente brotan de mi boca
–piénsenlo, ¿quieren quedarse atrapados aquí el resto de sus vidas? Tarde o
temprano tendremos que salir allá y buscar la manera de regresar a casa. Y creo
que es mejor hacerlo ahora que esperar más tiempo a que nada pase.
-Vamos
a calmarnos de acuerdo. Todos tienen razón en lo que dicen, pero realmente creo
que debemos hacer algo, por las noches he estado observando el bosque desde la
ventana de mi habitación. A lo lejos, por donde se ven las montañas hay una luz
brillante que nunca se apaga, durante el día la luz casi no se ve, pero si se
ven los monstruos, aunque se camuflan entre los árboles, y no es uno, son
varios y se expanden por todo el bosque, lo bueno de esto es que tienen unas
marcas en la espalda, no sé si ¿ustedes lo recuerdan?
-No-
respondemos los tres volteándonos a ver.
-Bueno,
el caso es que esas marcas se encienden en la oscuridad, son como fluorescentes
y es aún más fácil verlos, saber dónde están. Se me ocurre que si planeamos
salir de aquí sería buena idea hacerlo de noche para usar esa ventaja.
-¿Estás
seguro de lo que dices?- dice Shawn con un tono de duda en sus palabras.
-Sí,
lo estoy. Esto lo noté desde el primer día que estuvimos aquí y no lo había
dicho porque quería estar seguro. No los arriesgaría si no estuviera convencido
que tenemos esa ventaja sobre ellos.
-Sí,
ya que ellos tienen muchas sobre nosotros- responde Allan en un tono
sarcástico.
-Entonces
hagámoslo- respondo- yo creo en lo que dices y estoy dispuesta a luchar,
extraño mi hogar y quiero regresar. – Me encojo de hombros- solo debemos estar
unidos hasta el final, ¿cierto?
-Yo
también lo haré- dice Shawn.
-Bueno,
ya que, yo también me uno, no pienso quedarme aquí solo ni de broma- dice
Allan.
-Entonces,
lo primero que debemos hacer es crear un plan, buscar lo que nos pueda servir
de arma para defendernos y conservar lo más que podamos la comida hasta que
estemos listos para partir.- Alejandro habla como todo un líder y me hace
sentir segura, solo espero que su plan realmente funcione.
El
día transcurría rápido, buscamos dentro y fuera de la casa todo lo que pudiera
servirnos a la hora de pasar la cerca que nos protegía y tener que enfrentar a
esos monstruos; al caer la noche nos reunimos en la sala y colocamos al centro
todas las cosas que habíamos recolectado.
Latas
vacías, ramas de árboles, hules, cuchillos, pegamento, lazos, hierro, había muchísimas cosas.
-También
encontré esto- dice Shawn desenvainando una espada de su funda.
-¿Dónde
la encontraste? – le pregunta Alejandro mientras estira su mano para tomar la
espada.
-Estaba
en el sótano, escondida al fondo en un armario viejo.
Es
una espada muy bonita, su hoja es brillante, como si nunca la hubieran usado, su
empuñadura es plateada con algunos acabados en negro.
-Vean
esto, tiene unas iniciales aquí.- Dice Alejandro mientras nos acercamos a ver:
“AJ”
-¿Qué
significaran?- pregunta Shawn
-No
lo sé- responde Alejandro y me voltea a ver con esa mirada que hace cuando está
a punto de decir algo gracioso – No es tuya ¿verdad?- suelta una pequeña risa.
-Claro
que no.- respondo de inmediato y me rio.
-¿Por
qué sería de ella? –pregunta Allan frunciendo su ceño en modo de extrañeza.
-Porque
son sus iniciales: “Anna Jones – AJ”.
Shawn
y Allan se ríen por lo lógico e ilógico de lo que Alejandro dice, sí, podrían
ser mis iniciales, pero yo jamás he estado en este lugar y por supuesto nunca
antes he tenido una espada, lo que hace que resulte imposible que esa espada me
pertenezca, aunque entiendo el sentido del humor de Alejandro y entiendo que
solo trata de hacernos reír en estos momentos en los que la incertidumbre nos
mata.
El no
saber si mañana seguiremos con vida o regresaremos a casa, hace que la
preocupación se nos note en la cara, el humor de Alejandro apacigua un poco ese
sentimiento.
-Oye Ale,
estaba pensando en lo que dijiste en la mañana, acerca de los monstruos y del
lugar brillante que ves por las noches.- dice Allan con un tono de voz un tanto
preocupado.
-¿Y qué
estabas pensando?- responde.
-Bueno,
tu dijiste que ese lugar siempre tiene luz y nunca se apaga y que los monstruos
tienen unas marcas en su espalda que también brillan, bueno ¿cómo sabemos que
esa no es la guarida de los monstruos?- la pregunta de Allan era acertada,
porque viéndolo de esa manera, lo más lógico era pensar que en ese punto se
encontraban reunidos todos los monstruos del lugar.
-Tienes
razón, y tal vez me esté arriesgando al decir esto, pero no creo que ellos se
mantengan ahí. Las luces que los identifican a ellos no parecen acercarse a ese
lugar, sí merodean en los alrededores pero no se acercan, si mis cálculos no me
fallan, tal vez lo más que se acerquen
es a unos 20 metros.
-¿Estás
seguro de eso Alejandro?- estaba segura que su plan funcionaria pero que
pasaría si eso no es más que el nido de esos monstruos, entonces sí no
tendremos escapatoria.
-No, en
realidad no Anna, pero en verdad quisiera estarlo, ya que no tenemos otra
opción.
-Entiendo.-
mí voz casi suena, empiezo a preocuparme otra vez. Por un momento siento como
si las lágrimas fueran a estallar en mis ojos, pero trato de hacerme fuerte
para que no vean mi angustia.
-Bueno,
no vamos a echarnos para atrás, seguiremos el plan como lo llevábamos y solo recemos
para no morir.- dice Shawn tratando de suavizar un poco el ambiente.
-Yo
podría hacer algunas flechas y arcos con las latas y las ramas.- dice Allan.
-¿En
serio? ¿Sabes hacerlo?- le pregunta Shawn
-Sí,
fui niño explorador –dice con una expresión de orgullo en su rostro, que me
causa un poco de risa- mi guía era muy bueno y él nos enseñó a hacerlo, dijo
que uno nunca sabe cuándo podríamos necesitarlo. En aquel momento me pareció
ilógico pero aun así lo aprendí, ya que parecía divertido. Ahora me doy cuenta
que a veces menospreciamos las cosas que más nos pueden ayudar en la vida. Pero
déjenlo en mis manos, mañana mismo tendrán todo.- se levanta de prisa y toma
todas las cosas que pueden servirle, luego se dirige a su habitación y se
encierra, supongo que trabajará toda la noche en ello.
-Bueno,
creo que no hay más que podamos hacer, los arcos y la espada deberán ser
suficientes.-dice Shawn mientras suelta un bostezo.- estoy cansado, me voy a
dormir.
Se
levanta y se despide de nosotros. Me pregunto si yo podré conciliar el sueño
esta noche.
-¿Estás
bien Anna?- pregunta Alejandro mientras se arrastra por el suelo hasta llegar a
sentarse a mi lado. Está tan cerca que puedo sentir su calor.
Aunque
le digo que sí, sé que él se da cuenta que no es así, no puedo evitar
preocuparme por lo que dijo Allan, las probabilidades de que esos monstruos nos
maten son grandes, al igual que mi miedo.
-Todo
saldrá bien, ya lo verás.
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