miércoles, 15 de marzo de 2017

Capítulo III - Mundo Prohíbido









CAPÍTULO III



Sigo aquí de pie frente a este muro, tan solo esperando que de repente él aparezca de entre los árboles, pero mi espera ha sido en vano.

-Iré a buscarlo.- dice Shawn mientras coloca su mano sobre mi hombro.

-Ten cuidado, esos monstruos siguen ahí ¿saltarás la cerca?

-Sí, creo que es la forma más segura.

-Por favor, tráelo de vuelta Shawn.-empuño mi mano mientras la siento temblar, mi corazón está más exaltado que nunca.

-Lo haré.- apoya su pie sobre una de las tablas de la cerca y con sus manos jala su cuerpo hacia arriba. Parpadeo y él ya está del otro lado.

-Cuídate.- lo veo desaparecer entre los árboles. No veo movimiento de los monstruos, así que creo que ellos no se dieron cuenta de que Shawn salió.

El tiempo transcurre, el frío empieza a bajar.

-Amm Anna... – escucho a Allan decir mi nombre.

Volteo a verlo, el sol empieza a salir de ese lado, su luz es tan brillante que apenas distingo la silueta de Allan acercándose a mí.

-¿Qué sucede? – le pregunto mientras entre cierro los ojos y trato de cubrir mis ojos de la luz de sol con mi mano. Se para junto a mí –creo que tenemos compañía-.

A lo lejos se ven algunas siluetas que vienen acercándose cada vez más.

-¿Crees que sean monstruos?- pregunta un poco asustado.

-No lo creo, las siluetas más se ven como de personas. Pero aun así, no sabemos quiénes son.- no sé si estás personas nos ayudaran o no, no puedo evitar preocuparme por eso y por el hecho de que Allan esté lastimado del pie, ya que si algo ocurre sería bastante difícil poder huir.

Cada vez están más cerca, ya puedo distinguir sus rostros, son 6 personas, cinco hombres y una mujer. Ella usa un vestido blanco hasta los pies con algunos accesorios dorados, su cabello es largo, de un color como rojizo, sus ojos son color miel y veo como se detienen a verme.

“borscu kranspet” la escucho decir, pero no entiendo lo que significa.

-Amm.. Lo siento pero no hablamos tu idioma- le digo con una voz temblorosa, esperando que ella sí entienda lo que digo.

-Ya veo, ustedes no son de aquí. Lo imaginé, su vestimenta es un poco “diferente” a la nuestra. Mi nombre es Adellaine, ¿Cuáles son sus nombres?

-Mi nombre es Anna y él es Allan. No somos de aquí, venimos de la tierra, si es que ya no estamos en ella.

-Definitivamente no, mi querida Anna. Bienvenidos a “Frantella”, este es mi mundo. Por favor, síganme.- da la vuelta y empieza a caminar de regreso a donde vino, con sus súbditos detrás.

-¡Espera! Nuestros amigos, están allá afuera ¿puedes ayudarnos a traerlos de vuelta?

Voltea a verme -¿Cuántos más hay allá?

-Sólo dos. Uno de ellos se había quedado atrás para que nosotros pudiéramos huir de los monstruos y una vez estuvimos seguros aquí adentro, el otro chico lo fue a buscar, pero ninguno de los dos ha regresado. ¿Puedes ayudarlos?

-Enviaré a buscarlos, ahora por favor síganme, será mejor que estén más adentro, aquí los kraulis podrían comérselos.

-¿Kraulis?- comenzamos a seguirla -¿así se llaman esas cosas? con ese nombre suenan inofensivos.- suelto una pequeña risa.

Me ve de reojo y sonríe –Los Kraulis son criaturas horrorosas, ellos matan a todo aquel que sienten que puede hacerles daño. Ellos han existido en este mundo desde siempre, si intentaron comérselos fue solo como defensa, realmente ellos no devoran a nadie. Solo existen 10 personas en este lugar capaces de domarlos. Y puedo asegurarles que yo no soy una de ellos, sin embargo tampoco me hacen ningún daño.

-Entonces si ellos se sienten amenazados por nuestros amigos, simplemente ¿los matarán? ¿Solo porque sí?

-Tranquila, ellos estarán bien.

Llegamos a un castillo, el cual es enorme, sus paredes son altísimas, la puerta que tiene al frente también es enorme, parece de oro, quizás lo sea. En todo alrededor hay árboles y hermosos rosales, da gusto saber que hay cosas que no cambian, aunque cambies de mundo. Estando a unos metros, la puerta principal se abre, dos jóvenes altos y bien vestidos se colocan uno a cada lado y le dan la bienvenida a quien supongo debe ser su reina, o algo parecido.

Entramos, y los discípulos que traía ella atrás se colocan a sus lados –pueden retirarse- les ordena y ellos se van. Nos mira detenidamente y sonríe - por favor vengan conmigo.-

-¿A dónde vamos?- pregunta Allan, quien parece estar un poco inquieto con la situación.

-Bueno, para empezar quiero que se cambien esa ropa sucia y que coman un poco, no quiero que nadie se enferme.

-¿Qué hay de nuestros amigos?

-No deben preocuparse por ellos, estarán bien. Ya envié a buscarlos.

Parece tan tranquila con cada palabra que dice, como si en un parpadear de ojos ellos fueran a volver sanos y salvos, quisiera sentirme segura en este lugar, quisiera sentir que todo realmente estará bien, quisiera confiar en sus palabras y en la seguridad con la que las transmite, sin embargo, solo empiezo a sentir dudas. Hay algo en todo esto, que definitivamente no está bien.

Nos llevan a una habitación a cada uno; entro a la mía y lo que veo es una enorme cama pegada a la pared, finos muebles de madera con perfectos detalles labrados, hay oro por todos lados, en el espejo que cuelga de la pared, el florero que está sobre la repisa, las chapas de las puertas del closet, y muchas cosas más. Sobre la cama hay un hermoso vestido extendido, color beige y a la par, sobre un cojín rojo, unas zapatillas de tacón.

“Debo ponerme esto” pienso, volteo a ver hacia la derecha y veo una puerta cerrada, camino hacia ella para ver que hay al otro lado, abro y veo que es el baño, hay una pequeña mesita a un lado de la ducha  y sobre ellas unas toallas color blanco, ya están ahí así que decido ducharme.

Cuando termino, tomo la decisión de usar el vestido que han dejado en la cama para mí. Termino de ponérmelo y me dirijo hacia el espejo que está de pie junto a la cama, esa no soy yo, parece otra persona.

-¿Qué estoy haciendo?- me pregunto a mí misma, estoy aquí usando este lindo vestido mientras Shawn y Alejandro están allá afuera luchando por su vida. Me pongo las zapatillas y salgo de la habitación, me dirijo hacia la puerta donde vi entrar a Allan y toco, en un momento sale él, acomodándose un corbatín -¿Tú también?- me pregunta mientras observa mi vestido de pies a cabeza.

–Ni me lo digas, siento que voy a una fiesta de disfraces.-

Sonríe –Ven, entra.-

Entro a la habitación y veo que es exactamente igual que la mía. Me siento a los pies de la cama mientras Allan pelea con el corbatín que ahorca su cuello.

-Allan ¿qué vamos a hacer? Alejandro y Shawn siguen allá afuera y si te puedo ser muy honesta, no confío mucho en Adellaine, hay algo en ella que no termina de gustarme.

Arranca el corbatín de su cuello y lo deja caer sobre la cama –A mí tampoco, pero ¿qué podemos hacer? Siento que estamos atrapados en este lugar, ¿ya viste cuantos guardias hay? estoy seguro que si intentamos dar un paso afuera ellos nos atraparan y nos traerán de vuelta, sutilmente quizás, pero lo harán.

-¿Tú crees?

-No lo sé, es lo que siento. No quiero asustarte Anna, pero yo no vi que ella le diera la orden a nadie para buscarlos, así que me entra en duda si ella realmente quiere ayudarnos.

-¿Cómo sigue tu pie?

-Está mejor.

-Bien, porque si hay que correr, necesitamos que estés bien.- me pongo de pie y tomo la falda de mí vestido con las manos y comienzo a levantarlo.

-¿Qué haces?- pregunta Allan extrañado de verme subir el vestido.

Se ríe - ¿Por qué tienes tu pantalón abajo del vestido? ¿Y qué hay con esos tenis?

-Yo no confío en nadie de este lugar y siento que en algún momento este vestido terminará haciéndome estorbo, pero hasta que no estemos seguros de lo que está sucediendo, mejor sigámosles la corriente y mantengámonos a salvo.

-Esa suena como una excelente idea.

Tocan a la puerta y mi corazón salta –Deben venir a buscarnos.- Allan abre la puerta y uno de los súbditos de Adellaine nos pide que lo acompañemos, salimos de la habitación y caminamos detrás de él. Nos lleva hasta un enorme salón con una gran y elegante mesa, en una de las puntas se encuentra ella y nos pide que nos sentemos cerca.

-Bueno, espero que disfruten la comida.-dice con una gran sonrisa en sus labios.

-Perdóname que sea tan insistente, pero ¿no han sabido nada de nuestros amigos? – pregunto.

-Me temo que aún no querida, pero te aseguro que tengo a mis mejores hombres buscándolos. Ahora por favor, disfruten la comida, necesitaran estar fuertes para cuando ellos vuelvan, que los vean bien, así sabrán que sus esfuerzos valieron la pena.

La veo y noto tanta hipocresía en su mirada, pero debo admitirlo, escoge muy bien sus palabras.

-Tienes razón, gracias por la comida.- responde Allan y me voltea a ver, sé que trata de decirme, que debo comportarme, disimular un poco mi desconfianza.

-Sí, gracias por todas tus atenciones.- respondo, aunque en realidad quisiera gritarle que no está haciendo nada por traerlos de vuelta.

-Por cierto, se ven muy bien con esa ropa, se ven muy elegantes. Casi y no los reconozco.

Allan y yo solo le sonreímos, nos limitamos a comer lo que nos sirvieron y no pronunciamos palabra, sin embargo ella empieza a hacer preguntas.

-Y cuéntenme, ¿hace cuánto llegaron aquí?

-Hace como 5 días.- respondo, aunque no sé si sea buena idea contarle las cosas.

-¡Vaya! Son muy valientes, han sobrevivido todo este tiempo, ustedes cuatro, solos. ¿Dónde se refugiaron de los kraulis?

-En una casa que hay en el bosque.

-¿En una casa?- su tono de voz y su mirada cambian, no como si le sorprendiera, sino más bien, como si  algo le molestara. –Bueno, como sea, me alegro que estén bien.

El silencio se hace presente, se siente hasta algo incómodo, terminamos nuestros alimentos y alguien viene a retirar los platos.

-Si me disculpan, debo retirarme. Por favor, siéntanse como en casa, pueden pedirle a uno de mis súbditos que les muestre el palacio.

-Gracias, nos quedaremos un rato aquí y luego iremos.-le respondo.

-De acuerdo.- se levanta y se marcha.

-¿Viste su rostro cuándo mencioné lo de la casa?- le pregunto a Allan.

-Sí lo vi, ella parecía molesta, ¿no?

-¿Será que ella no sabía que existe esa casa?

-No creo, sabes, a mí me dio la impresión como si ella supiera exactamente de qué casa estábamos hablando, pero creo que el hecho de saber que nosotros la conocimos es lo que le molestó.

-Debemos tener mucho cuidado Allan, quien sabe a dónde vinimos a parar.

-Sí, así es. Deberíamos tomarle la palabra a Adellaine y conocer el castillo, quizás nos sea útil en algún momento.

Concuerdo con Allan, ya que si en algún momento necesitamos huir, es indispensable que conozcamos bien el lugar en el que estamos.

Uno de los súbditos de Adellaine nos guía por todo el castillo, por supuesto, hay muchas habitaciones a las que no entramos, me pregunto ¿qué habrá en cada una de ellas?

-Bueno eso es todo. Si lo desean, por favor regresen a las habitaciones que se les asignó cuando llegaron acá. Yo les llamaré cuando sea la hora de la cena.-

Más que una invitación parecía una orden, no estaba dejándonos muchas opciones, pero no le discutimos e hicimos lo que él nos había pedido. Cada quien entró a la habitación que nos habían asignado, después de un minuto escuché que alguien llamaba a la puerta, abrí y era Allan.

-Pasa.- le digo mientras veo que nadie esté cerca.

-Tu habitación es igual a la mía ¿todas serán iguales?

Me río – No lo sé, supongo que la mayoría. Pero eso no es lo que nos debe preocupar ahora, ¿qué vamos a hacer Allan?, esto cada vez me parece más una prisión.

-¿Crees que debamos huir?

-No lo sé, ¿y si nos equivocamos? ¿Y si todo esto no es lo que parece?

-¿Realmente crees que nos estemos equivocando Anna? Después de todo lo que hemos visto, de la forma tan extraña en la que ellos se comportan, ¿todavía crees que ellos tengan buenas intenciones? Ya va más de medio día y yo no veo que nadie haga algo por encontrar a los chicos, seguramente ni siquiera los están buscando.-

-Lo sé, sé que tienes razón. Yo no creo que ellos quieran ayudar, es solo que desearía que fuera así, desearía que a ellos realmente les importara.-

-No creo que les importemos nada. Anna, yo creo que debemos irnos de aquí antes de que sea tarde.

-Tengo una idea. Hoy, después de cenar, si ellos no han aparecido, nos iremos a escondidas e iremos a buscarlos.-

-Yo solo espero que ellos sigan vivos. Shawn por lo menos llevaba la espada que encontramos en la casa, pero Alejandro…-

-No lo digas- cierro los ojos  y doy un pequeño suspiro.

-Está bien, lo siento.- un golpe en la puerta, alguien está tocando, Allan se levanta a abrir y es el súbdito que nos dio el recorrido.- La reina Adellaine quiere verlos, por favor vengan conmigo.-

No puedo evitar ponerme nerviosa, los corredores se me hacen eternos, siento mi corazón palpitar rápidamente, me pregunto ¿qué sucedió? ¿Por qué tan de pronto nos han venido a buscar? Aún no es la hora de la cena.

Llegamos a una habitación, igual de elegante que las demás, pero en ésta solo hay dos sofás, una enorme librera pegada a una de las paredes, una mesa redonda con un hermoso mantel y ella, allí está Adellaine, junto a la mesa.

-Pasen por favor, siéntense aquí conmigo.

Entramos y nos acomodamos cada uno en una silla. Ella tiene un libro en la mano y una pluma, lo cierra cuando nos acercamos.

-Mis queridos amigos, lo que tengo que decirles no es fácil para mí. Hace unos minutos, uno de mis súbditos vino a informarme, que a unos cuantos kilómetros de aquí han encontrado – hace una pausa- han encontrado a sus amigos, pero me temo que ellos, ya no están con vida.

Me paralizo por un momento, siento una lagrima recorrer mi mejilla y siento a mis manos temblar.

-¿Están seguros que son ellos? ¿Trajeron sus cuerpos?- pregunta Allan mientras coloca su mano sobre la mía, la cual tengo empuñada sobre mi rodilla.

-Aún no, pronto los traerán, pero quería que lo supieran desde antes para que estén preparados. Y quiero pedirles que por su seguridad, no salgan del castillo.

Allan aprieta mi mano antes de que pueda pronunciar palabra alguna – así lo haremos, gracias por avisarnos.- me toma del brazo y salimos de la habitación.

-Creo que está mintiendo.

-Yo también lo creo.

-¿Entonces por qué lloras?

-Bueno, por un momento pensé que era cierto. Pero luego.. no lo sé, algo me dijo que no lo era.

-Bueno por lo menos pensará que sí le creímos, aunque no sea así. Estoy seguro de que Shawn está con vida, él es muy listo…

-Alejandro también está con vida.

-Claro, por supuesto que sí.- lo veo de reojo.

 -Sé que él sigue ahí, yo no voy a parar hasta encontrarlo.

-Bien, ¿entonces estamos listos para llevar a cabo nuestro plan?

-Sí. Será mejor que nos vayamos. Si nos quedamos quien sabe qué pasará con nosotros. Solo espero que de verdad aún no los hayan encontrado, creo que tenemos más posibilidades de sobrevivir allá afuera, que aquí adentro, en ésta prisión disfrazada de fantasía.



“Alejandro, Shawn… muy pronto los encontraremos, por favor manténganse con vida”.

martes, 7 de febrero de 2017

Capítulo II - Mundo Prohíbido



 


CAPÍTULO II



Desperté temprano, aunque en realidad casi no dormí nada, era muy difícil conciliar el sueño sabiendo lo que nos esperaba al día siguiente. Sabiendo que era la última noche que pasaríamos en este lugar, sabiendo que podría ser la última noche que estuviéramos vivos, quizás ni siquiera tendremos la oportunidad de regresar a casa. Pero lo cierto es, que no podemos darnos por vencidos, prefiero luchar y morir, que quedarme aquí encerrada sabiendo que no hice nada.

Me levanto de la cama y me dirijo a bañarme, quizás sea la última ducha que tome y quiero estar limpia en mi último día.

Al terminar, bajo las escaleras, todos están en la cocina preparando el desayuno, ya está todo listo, me siento a la mesa y comienzan a servirse. Quizás ésta no sea la mejor experiencia de mi vida, pero al menos he tenido algo bueno de esto, pasar tiempo con estas personas me ha enseñado mucho, pasar tiempo con Alejandro también ha sido algo maravilloso.

No sé qué sentirán ellos en este momento, pero al menos yo estoy que me muero de los nervios, la incertidumbre se presenta como mariposas en el estómago, pero no de esas que sientes cuando te gusta alguien, sino esas que sientes cuando estás enfermo y hacen que te dobles.

-¿Están listos para lo que nos espera hoy?-pregunta Shawn rompiendo el silencio de la habitación.

Nos miramos unos a otros y asentimos con la cabeza.

-Es normal que estemos nerviosos, incluso que tengamos miedo, esas cosas son monstruosas y asquerosas, sin mencionar que son capaces de matarnos de un solo golpe- dice Alejandro mientras empina un vaso con agua hacia sus labios.

-¿Estás tratando de darnos ánimos?- pregunta Shawn esbozando una sonrisa en su rostro- porque si es así, déjame decirte que no creo que de mucho resultado.

-No me malentiendan, no trato de asustarlos, soy realista y se a lo que nos enfrentamos, pero realmente espero que podamos salir con vida de ésta y que cada uno pueda regresar a salvo a casa.

Comparto el sentimiento de Alejandro, debemos ir llenos de esperanza, pero ciertamente tampoco podemos confiarnos demasiado y creer que nada malo va a suceder, porque aunque lleguemos con vida, las posibilidades de llegar heridos son grandes y no deben descartarse.

Al terminar el desayuno, levantamos la mesa y cada quien se ocupa de lavar sus trastos –Bueno, es hora.- dice Shawn mientras nos ve detenidamente a cada uno.

No sé cómo luzca mi rostro en este momento, pero si estoy expresando lo mismo que los demás, solo puedo describirlo de una forma: MIEDO.

-Bien, recojan todas sus cosas, traten de dejar todo como estaba y solo lleven lo necesario, recuerden que mientras menos cosas, mejor. – la voz de mando de Alejandro me hace sentir un poquito segura.

-Sí.- asentimos todos.

En este momento mi corazón late tan rápido que siento que va a salir volando de mi pecho, las piernas me tiemblan y siento mis manos congelarse. No estoy segura de poder hacer esto, pero no hay más opciones y definitivamente ya no hay marcha atrás.

Me dirijo a la habitación que por estos últimos cinco días he llamado “mi habitación”, me siento a la orilla de la cama y siento las lágrimas recorrer mis mejillas, paso mis dedos sobre ellas tratando desesperadamente de borrarlas de mi rostro. No es momento para estar triste, no es momento para dudas, tengo que fijarme en mi objetivo, ser fuerte, ser valiente.

Me paro frente al espejo que está colgado en la pared, trato de arreglar mi cabello para que no luzca tan desarreglado, saco del armario de madera una chaqueta negra que estaba ahí desde que vine, será el único recuerdo que me lleve de ésta casa.

Al bajar las escaleras veo a todos en la cocina guardando algunas botellas de agua y comida en la mochila que traía Allan cuando aparecieron aquí.

-¿Ya estás lista?- pregunta Shawn

-Linda chaqueta Anna.- dice Alejandro elevando una sonrisa en sus labios.

-Gracias.- sonrío – Sí, estoy lista.

-Nos vamos. Llegó el momento de la verdad, este día se definirá nuestro futuro.

-Que dramático eres Allan, este es e día en que regresaremos a casa.- dice Alejandro y sus palabras suenan tan seguras que casi puedo creerlas.

Salimos de la casa, calculo que será alrededor de la una de la tarde, (los relojes no funcionan en este lugar) eso nos dará tiempo para explorar un poco los alrededores y avanzar lo más que podamos. Es cierto que aparentemente en la oscuridad tenemos una ventaja sobre esos monstruos pero la distancia que tenemos que recorrer es bastante larga, así que será mejor usar esa ventaja cuando estemos más cerca de nuestro objetivo.

-No se ve nada, pero estén atentos.- Alejandro comienza a abrir la puerta de la cerca y a lo lejos se oye un rugido.

-¡Ciérrala, ciérrala!- grita Allan.

-Estoy pensando y quizás sea un poco descabellada mi idea, pero creo que a lo mejor y esas cosas pueden sentir cuando esta puerta se abre.- sugiere Shawn mientras voltea a vernos.

-No es tan descabellada Shawn, yo pensé lo mismo que tú- Pero si es así, ¿qué vamos a hacer? empiezo a preocuparme, ¿cómo haremos para salir de aquí?

- Pensemos en otra forma de salir de aquí sin tener que abrir esta puerta.- dice Alejandro mientras da unos pasos hacia atrás.

-Por atrás, salgamos por atrás, como unos asquerosos ladrones.- sonríe Allan, hablando como si contara un chiste.

-Es una buena idea, detrás de la casa hay unos botes que podrían servirnos para pararnos y saltar la cerca.-

-Exacto Anna, justo es de lo que hablo.

Caminamos hacia la parte de atrás de la casa y justo como recuerdo, hay unos botes que pueden servirnos, Shawn y Alejandro cargan uno de los botes que está algo pesado y lo mueven hacia la cerca, Allan lleva otro más pequeño que puede servirnos como grada.

-Bien yo voy primero.

La valentía de Alejandro me sorprende, siempre pensé que era un chico normal, tranquilo y sereno, pero es realmente extraordinario. Sube al bote y en cada paso mi corazón salta, apoya sus manos en la parte superior de la cerca y se sostiene en ellas mientras comienza a pasar el resto de su cuerpo hacia el otro lado, apoya sus pies en una de las tablas horizontales que mantiene unida la cerca y luego da un salto hacia atrás cayendo sobre el suelo. Por un momento es como si el tiempo se detuviera, nos quedamos parados en silencio, tratando de escuchar un rugido, o algún monstruo moviéndose entre las copas de los árboles, veíamos hacia todos lados, pero después de unos segundos nada, nada pasaba, nada se movía, nada se escuchaba.

-Bien, creo que es seguro. Pasen ahora.

Luego de Alejandro, pasa Allan, esperamos unos segundos y nuevamente nada se escucha.

-Ahora pasa tu Anna.- dice Alejandro –Aquí te recibimos nosotros.

Comienzo a subir sobre los botes, siento temblar una de mis manos. Me apoyo sobre la cerca y empiezo a pasar hacia el otro lado, apoyo mi pie derecho sobre la tabla de madera y de repente siento unas manos cálidas sobre mi cintura – Te tengo- esas manos, pertenecen a la única persona que ha sido capaz de mantenerme en calma durante estos últimos días. Doy un salto hacia atrás y ya estoy en el suelo -¿Todo bien?- pregunta Alejandro mientras retira sus manos – Sí, gracias.-

El siguiente en cruzar es Shawn, cuando ya estamos todos al otro lado comenzamos a caminar hacia la derecha, pues es hacia allá donde está nuestro objetivo.

Tratamos de ir cubriéndonos con los árboles, caminar lo más sigiloso posible para que no nos escuchen. Logramos avanzar tal vez unos 100 metros sin ser detectados cuando de repente escuchamos un ruido a lo lejos, nos quedamos parados sin hacer ningún movimiento, después de un minuto volvemos a movernos.

– Debemos darnos prisa y tener mucho cuidado, creo que empezamos a entrar a la zona donde hay más de ellos.

El tiempo parece no avanzar, quisiera tener una varita mágica y solo aparecer en el otro sitio. Bueno, si en verdad la tuviera, desde el primer día la hubiera utilizado para regresar a casa. Por ahora solo nos queda seguir avanzando y tener fe en que todo saldrá bien.

El atardecer comienza a asomarse, hasta ahora hemos logrado avanzar sin ninguna complicación.

-¿Cuánto crees que nos falte Alejandro?- pregunta Shawn casi susurrando.

-Calculo tal vez unos 600 metros más.

-¿Tantos? Llevamos como 1,000- responde Allan mientras apoya su cuerpo en el tronco de uno de los árboles.

-Vamos chicos, podemos hacerlo. Sé que están cansados, yo también lo estoy y el ir tan despacio y cuidadosamente hace eterno el llegar allá. Pero aún estamos vivos y eso es lo que más debe importarnos, más que el cansancio y cualquier otra cosa.

-Alejandro tiene razón, olvidemos el cansancio y sigamos avanzando, si nos detenemos a pensar en eso no llegaremos nunca.-

Y así lo hicimos, seguimos nuestro camino con el sigilo con el que hemos ido hasta ahora, pero la noche empieza a entrar, los arboles ahora son solo sombras en el camino, no se ve ninguna luz, como suponemos se verá cuando haya algún monstruo cerca, pero me pregunto ¿No se ven porque no hay ninguno cerca o porqué las manchas brillantes están en su espalada y ellos están justo frente a nosotros?

-Grrrr…

Mis pies y mi corazón se detienen, ese fue un rugido, su sonido es inconfundible.

-Grrrrr…

Nuevamente. Pero no es el mismo, el sonido ahora viene del lado contrario.

-No se muevan.

Nos quedamos quietos y en silencio tratando de escuchar si hay algo cerca, pero nada, hay completo silencio.

-¿Qué hacemos?- escucho susurrar a Allan.

-Ya no se escucha nada, creo que podemos seguir avanzando, mantengan los ojos bien abiertos y estén atentos a alguna luz, pero por nada vayan a hacer ruido, tratemos de ir lo más silenciosos posibles.- responde susurrando también.

Y seguimos avanzando, no sé si mi corazón vaya a soportar tanto estrés, siento que en algún momento va a detenerse y simplemente dejará de latir. Mies pies se sienten tan pesados que apenas puedo caminar, pero tengo que esforzarme, no puedo ser una carga para ellos, menos ahora que estamos tan cerca.

-Luz- digo en voz baja deteniéndonos a todos.

-¿Dónde?- pregunta Shawn

-Hacia el frente, detrás del árbol.- es difícil poder señalarle exactamente en donde veo la luz, la noche es tan oscura que apenas y puedo verlos a ellos.

-La veo.-dice Alejandro

-¿Es de un monstruo? –pregunta Allan en tono asustado.

-No, creo que no. – hace una pequeña pausa- creo que es  del lugar que les dije. El tono de la luz, es diferente al de los monstruos.
-¿Estás seguro?-pregunto esperando que él tenga razón en lo que dice, que estemos cerca de nuestro objetivo y que realmente sea lo que esperamos.

-Sí.

-Pues andando.

-Grrrr- se escucha nuevamente, pero ésta vez se oye más cerca, mucho más cerca y se oye justo…

-Corran- veo unos ojos brillantes justo sobre nosotros. Todos comenzamos a correr, pero es un poco difícil en la oscuridad, volteo a ver hacia uno de los lados y veo unas pequeñas luces moviéndose de un lado a otro y haciéndose cada vez más grandes.

-Ahí vienen más.-

-Estamos cerca, dénse prisa.

“Ayy” escucho un quejido –ayúdenme- escucho la voz de Allan y volteo a buscarlo, está en el suelo.

Regreso a ayudarlo a levantarse -¿Estás bien?- pregunto mientras hago que se apoye en mí. – Creo que me doble el pie.-

-Yo lo llevo- dice Shawn mientras me hace un lado – tú sigue corriendo – dice eso, pero no puedo seguir corriendo nada más y dejarlos a ellos atrás.

– Vamos corre, corre. No te preocupes, vamos detrás de ustedes.

-Anna vamos.- dice Alejandro mientras me toma del brazo.

Levanto mi mirada –agáchense- veo una sombra pasar justo por encima de las cabezas de Shawn y Allan, quienes ahora están en el suelo, el monstruo trató de golpearlos con sus enormes brazos.

-Yo lo distraeré, ustedes sigan avanzando.

-Alejandro ¡no!

-No te preocupes Anna, yo los alcanzo, sabes que corro rápido.- dice mientras comienza a correr hacia la derecha, desviándose de la línea de nuestro objetivo. Toma una roca del suelo y se la lanza al monstruo tratando de que se fije en él y nos deje a nosotros.

-Alejandro…- digo en voz baja mientras veo su sombra alejarse de nosotros y al monstruo yendo detrás de él.

-Vamos Allan, levántate.- escucho decir a Shawn, me acerco a ayudarlos y empezamos a correr. Bueno, a caminar lo más rápido que podemos.

Las manchas de luz que venían a uno de los lados cada vez se ven más cerca, lo que significa que otro monstruo viene hacia acá. Nos acercamos más a nuestro objetivo y veo entre la luz lo que parece ser una cerca como la de la casa que dejamos atrás. “Otra cerca” si tiene la misma función que la otra, estaremos a salvo ahí.

-Chicos, dénse prisa, debemos atravesar la cerca.- en este momento me siento como la primera vez que pise este lugar, corriendo por mi vida, de algo que aún es desconocido para mí, excepto que esta vez, Alejandro no está conmigo.

Logramos llegar a la cerca pero no encuentro la puerta.

-¿Dónde está? 

-No lo sé. Pero si no tendremos que saltar, no hay tiempo para buscarla.

-Esperen, allá..- señala Allan con su mano izquierda,  mientras se sostiene de Shawn con la derecha.

-Vamos- corro lo más rápido que puedo y efectivamente, aquí está la puerta, pero tiene un pasador, trato de quitarlo pero está trabado y no logro moverlo.

-No quiero presionarte Anna pero el monstruo se acerca.- dice Allan con un tono impaciente en su voz.

Shawn hace que Allan se sostenga de la cerca mientras me ayuda a quitar el pasador de la puerta, toma una roca del suelo y lo golpea tan fuerte que logra hacer que el pasador se mueva, empuja la puerta y ayuda a Allan a entrar, luego entro yo, el monstruo está sobre nosotros, jalo a Shawn de la camisa trayéndolo hacia mí, caemos al suelo mientras Allan cierra de un golpe la puerta.

-¿Es un hábito tuyo, caer así sobre la gente?- le pregunto mientras comienza a levantarse.

Sonríe –No exactamente, pero podría volverlo un hábito si estás para recibirme.

Afortunadamente es de noche y la luz está a nuestras espaldas, sino podría notar lo rojo en mi cara, realmente no esperaba esa respuesta.

-¿Qué haremos con Alejandro? No podemos salir a buscarlo, esas cosas aún están por ahí.-pregunta Allan

-Esperémoslo aquí, necesitará nuestra ayuda cuando esté cerca.- No podría moverme ni un centimetro más sabiendo que él está solo allá afuera.

Sin embargo el tiempo transcurría y no había señal de él, el monstruo que nos persiguió a nosotros se alejó, pero no lo suficiente como para poder salir a buscarlo.

Ya recorrí toda la parte del frente de la cerca pero no logro ver nada y ni siquiera sé cuánto tiempo ha transcurrido desde que él se fue.

Allan buscó un lugar para sentarse y Shawn le ayudó a vendarse el pie con un pedazo de tela que había traído de la casa.

-¿Estás preocupada por él?- escucho la voz de Shawn detrás de mí.

-Sí, lo estoy. Sé que él sabe cuidarse, pero tengo miedo que esa cosa lo haya alcanzado.

-Él estará bien, tranquila. Haré un poco más de tiempo y si no regresa saldré a buscarlo.

-Pero te arriesgarás tú también, el monstruo aún está cerca.

-No te preocupes, no saldré por la puerta, si las dos cercas funcionan igual, entonces la saltaré, de esa forma no notará que salí. - hace una pequeña pausa- Además no quiero verte así.- Siento su mano acariciar mi mejilla, luego se da vuelta y se dirige hacia donde está Allan.

Mi corazón está latiendo tan rápido. No sé si es por lo que acaba de suceder con Shawn o porque tengo miedo que Alejandro no regrese.

Minutos después -El sol está por salir- volteo a verlo y trae el arco y las flechas que Allan hizo. –Si él no regresa para cuando el sol aparezca  saldré a buscarlo.

-Gracias Shawn.- respiro profundo y coloco mi mano envolviendo su brazo.




Alejandro, debes volver, estamos esperándote.